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Por Pablo Sánchez – @pablomsc
Medio partidario Frecuencia Cruzada
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El domingo enfrentaremos a Colo Colo en el Estadio Monumental en un duelo que aparece como crucial para nuestras aspiraciones en el presente torneo: jugamos ante el puntero y una victoria nos permite alcanzarlos en la punta del Clausura, con casi medio torneo por delante y un calendario que, en el papel, es más duro para los de Macul que, además, deben jugar Copa Libertadores.
Sin embargo, esta columna no trata de lo deportivo. Hay un tema que aparece en la mesa cada vez que enfrentamos a los albos y que va más allá de lo que sucede en el campo de juego. Basta remontarse al año 2011: la exitosa campaña «Locales en San Carlos» hacía posible el sueño de recibir a uno de nuestros clásicos rivales (lo es, decir lo contrario es un insulto a la historia del fútbol chileno) en la cancha donde ejercemos de local.
Lo feo de esa jornada, sin embargo, estuvo marcado por un clasismo sin precedentes del que fueron objeto algunos hinchas del club rival. Y con ello no hago referencia a los detenidos por desmanes. Lo que a título personal me indignó aquella hermosa jornada donde ganamos 4-0 fue el trato vejatorio de las fuerzas policiales para con los fanáticos rivales (control de identidad aleatorio y detención por sospecha, temas muy del gusto de algunos actores políticos hoy en día).
¿A qué apunto con esto? Varios cruzados avalaron ese día dichas medidas, lo que siempre se me viene a la memoria cuando en jornadas previas a un clásico como este, los afiches, burlas y mofas adoptan la forma de una discriminación y clasismo que no están a la altura de lo que debe reflejar la Católica en general y la hinchada en particular. No es raro encontrarse con epítetos del estilo «simios», «flaites», entre otros, a la hora de referirse a los del rival. Recuerdo un «famoso» afiche donde se contrastaban diversos estereotipos (ejecutivo, gigoló, atleta) poniendo en evidencia la esencia «delictual» del rival (traficante, homosexual, lanza). Discriminación pura y dura.
Un muy buen canto de nuestra hinchada recita: «Dicen que somos cuicos y no pasa nada». Pues bien, es en estas instancias donde debemos materializar las palabras que nosotros mismos gritamos de domingo en domingo. Es ahora el minuto de reconocer que los humildes no solo están allá, si no que también de nuestro lado. Somos muchos. Que aquellos «simios» son producto de una sociedad que se preocupó de inculcar valores de competencia y consumismo, dejando de lado la educación, la cultura y la cooperación. Esos «simios» que tanto denigramos también estamos saltando en la Lepe: a fin de cuentas, Católica es un club popular por vocación.
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El argumento puede ser extendido más allá: en un mundo del fútbol hundido en la corrupción (de la cual no son culpable aquellos «flaites»), existen muchos grupos que buscan cambiar la estructura de poder económico en que han derivado las sociedades anónimas deportivas profesionales, de diversos equipos y regiones a través de Chile. Cabe cuestionarse entonces si estamos haciendo bien al enfrentarnos artificialmente a otro por el mero hecho de vestir una camiseta distinta a la nuestra, sobretodo si con él compartimos una visión de cultura y sociedad.
Dicho de otro modo: ¿es más mi rival un tipo con la camiseta de Colo Colo por el mero hecho de ser de otro equipo, o aquel que me niega participar directamente en mi club? ¿Será que existen grupos de poder a los que les conviene la lucha ficticia entre iguales, que sólo se diferencian por alentar a otro equipo?
El domingo nos jugamos gran parte del título en cancha, pero espero que antes de insultar a un rival por su mero origen social, recordemos que al final del día existe otra lucha que debemos sostener: contra la élite que busca alejar a la gente de los estadios (bajo la falsa propaganda de la violencia descarnada), reducir la participación de los hinchas dentro de los clubes, favorecer los intereses de las grandes empresas como el Canal del Fútbol y, en síntesis, agrandar sus billeteras a costa de los hinchas. Y en esa lucha, quizás el «simio» es más nuestro hermano que enemigo.
Dicen que somos cuicos, y ¿no pasa nada? Hagámoslo realidad.
GRAF/PS