Columna: Liberen a la Roja

La Selección y los clubes deberían funcionar con platas separadas, para evitar que estos últimos utilicen los ingresos del Equipo de Todos para subsanar sus deudas.

 

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Salah podría llevar a cabo un cambio revolucionario para el fútbol chileno (Photosport)

Juan Ignacio Gardella Berra
Subeditor El Gráfico Chile
@jigardella

La selección chilena es quinta del mundo, según el ranking FIFA, mientras que el campeonato nacional es uno de los peores de Sudamérica, de acuerdo al reciente listado de la IFFHS, donde sólo supera a los torneos de Uruguay, Perú, Bolivia y Venezuela. Por ello, creo que llegó el momento de separar las aguas.

En los últimos meses se ha hablado mucho de la profunda crisis económica en la que está sumida la actividad, pero sin diferenciar peras de manzanas, es decir, a las selecciones de los clubes. Se meten todas las deudas en un mismo saco, principalmente, porque la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) y la Federación de Fútbol de Chile (FFCh) funcionan como un cuerpo común, con la misma cabeza, actualmente, Arturo Salah.

Considerando los millonarios ingresos que ha percibido en los últimos años la Roja, en su condición de combinado de élite, por venta de la camiseta, auspiciadores, derechos de televisación y entradas, ¿cómo puede ser que no tenga caja para pagarles los premios de la Copa América a los jugadores o para contratar a un DT con sueldo top a nivel planetario? La respuesta es simple: el Equipo de Todos subsidia a los equipos criollos, que de tanto en tanto se las arreglan para estar al borde de la quiebra.

O sea, a las instituciones del balompié chileno, que, dicho sea de paso, son sociedades anónimas, no les basta con que el Estado (nosotros) les regale estadios o que Carabineros (pagados por usted) resguarde la seguridad de sus eventos, sino que también se adueñan de las ganancias de nuestro seleccionado. ¿Por qué un hincha de la Selección debe aceptar que la plata que gasta en su entrada para un partido de las Eliminatorias vaya a parar a un equipo que no sabe administrar sus fondos?

Le propongo una solución: imitar el modelo español, donde la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) defiende los intereses de la Furia Roja, mientras que la Liga Nacional de Fútbol Profesional (LFP) protege los bienes de las escuadras y de los certámenes locales. Ambos entes actúan de forma autónoma, con el consabido éxito contemporáneo: títulos de Mundial, Eurocopas, Champions y Europa League.

Así, los dueños de cada club dejarán de hacer uso de dineros que no les pertenecen y tendrán que preocuparse de cumplir la tarea que más les cuesta desde que se metieron en este ámbito, aunque, mire usted, suene tan sencilla: que sus ingresos sean mayores a sus egresos a fin de mes. Para eso tienen su gran botín, el CDF, que ya están pensando hipotecar por varios años, pues saben que cuando se les acabe la liquidez, nuevamente podrán apelar a los jugosos recursos que entran por esa polera roja, que, a estas alturas, es el único motivo de orgullo que nos queda dentro del rectángulo verde.

La Roja es suya y mía, no de unos cuantos que, cada cierto tiempo, la usan como banco para subsanar sus propias incapacidades financieras.

GRAF/JIGB

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