Columna: El campeonato de Los Pera

En un torneo de bajos rendimientos, el autodenominado grupo frutícola se tomó el camarín del campeón, pese a que varios no son del gusto de los hinchas.

 

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Los Pera terminaron siendo fundamentales para el título cruzado (AgenciaUno)

Juan Ignacio Gardella Berra
Subeditor El Gráfico Chile
@jigardella

Hace unos días, una persona muy cercana, que mucho no sabe de la pelotita, me dijo que el fútbol chileno es como la industria de la fruta. En el campeonato nacional, tal como en los supermercados, se quedan los productos de segunda mano, los que no quieren afuera, me decía.

El sábado me hicieron bastante sentido sus palabras, más allá de que con suerte ve jugar a la Roja. Porque en este torneo frutícola pueden darse el lujo de salir campeones Los Pera y los Manzanos, este último de titular apenas en los tres partidos finales.

Y se notó su falta de rodaje, porque fue de los más bajos contra Audax, en un equipo cruzado que desde el minuto uno del segundo tiempo fue pelotazo para arriba y arréglatelas como puedas. Pero en San Carlos hubo de lo otro, eso que había faltado en los años recientes.

Aunque para celebrar tuvo que caerse el Capo, como cuatro días antes lo había hecho la propia UC y hace algunas semanas el Cacique, que llegó a tener seis puntos de ventaja. En un momento nadie quería la copa, por eso el primero terminó con 29 de 45 posibles, un opaco 64,4 por ciento de rendimiento, que no da para competir en el mercado internacional.

En esta liga de las frutas desechadas, reina el grupo conformado por ocho peras, siempre con el mentón por delante: Bravo, Medel, Rojas, Espinoza, Llanos, Maripán y Fuentes. Y el otro Álvarez, Pablo, que ni siquiera estaba para un Jumbo o un Líder y tampoco le dio para un minimarket uruguayo, pero los demás del peral se mantuvieron colgados y terminaron dando frutos, pese a que no son joyas de la gastronomía.

Porque sí, es verdad, Christian, suplente, le dio frescura a La Franja cuando perdía frente a los Tanos y remató festejando en Plaza Italia con el Nico. Pero también es cierto que tuvo la oportunidad de mostrarse en un supermercado bien granado de España y lo mandaron de vuelta porque no fue del gusto europeo.

También le llegó de rebote la titularidad a Dieguito, el Messi de Antofagasta, que no se inyectó para crecer como el crack del Barcelona y por eso no es una pera transgénica, aunque si lo hubiera hecho, igualmente estaría varios escalones por debajo de la altura de Leo. De hecho, no pudo quitarle la estelaridad a Espinosa, no el con «z», Juan Carlos, que estuvo entre los 11 ante los de Pellicer sólo por la mala pata de Cordero.

Otro que entró de chiripa en la definición fue David, porque Castillo se derrumbó emocionalmente en Quillota y a la banca castigado. Para fortuna del Comandante, el de Talcahuano metió el gol que inició la cruzada por el título y después tiró el centro para que cabeceara Fuenzalida y la Católica sacara Chapa de campeón.

Lo mismo en la defensa con Guillermo, que en un inicio no estaba llamado a ser estelar teniendo en el plantel al seleccionable Lanaro y al capitán, el Huaso de Curicó, zona de frutícolas. Pero el lungo zaguero sí se transformó en inamovible, no como Marco y César, que no fructificaron y cedieron sus puestos a Manzano y Carreño, dos de la cosecha casera, un sello del DT.

Como Toselli, Magnasco, Kuscevic, Gutiérrez y Vargas, todos del huerto precordillerano. Esperemos que el cliente local pueda disfrutar un rato en su mesa de Jeisson, aunque sabemos que es fruto de exportación.

GRAF/JIGB

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