Columna: Pellegrini, un hombre que no encanta

Pese a que en Manchester lo despidieron con honores, y a que quizá sea el mejor DT chileno de la historia, en nuestro país su juego no es reconocido de forma unánime.

 

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La canción de The Smiths inspiró a los hinchas del City (Getty Images)

Juan Ignacio Gardella Berra
Subeditor El Gráfico Chile
@jigardella

«This Charming Man» = «Este Hombre Encantador», fue el apodo que le pusieron los hinchas del City a Manuel Pellegrini, inspirados en la canción de The Smiths. Un sobrenombre que tiene que ver más con sus características personales, basadas en la caballerosidad y el respeto, que con el fútbol que muestran sus equipos.

No se trata de sus logros y números, eso no está en duda. Si no es el mejor DT nacional de la historia, pega en el palo, pero ésa es otra discusión. Lo que no termina de satisfacer el paladar de varios, sobre todo en nuestro país, es su actitud al momento de pasar de ser un entrenador de élite mundial a una leyenda, como ocurrió en la llave de semis de la Champions contra el Real Madrid.

Su estrategia funcionó casi a la perfección, ya que anuló el partido de ida y llegó con vida hasta el cierre. De hecho, sólo un autogol impidió el alargue. Pero sabiendo que con el empate 1-1 pasas a la final, manda a todos para arriba y por último que te hagan el 2-0. El resultado es el mismo: la eliminación. Nada de eso se vio en el Bernabéu. Apenas un tiro desde fuera del área de Agüero puso en riesgo la clasificación de su ex club.

Lo anterior es consecuente con su discurso. Él no busca llegar al gol como sea, como el Atlético Madrid de Simeone, por ejemplo. Sus cuadros están planificados para atacar de forma escalonada, para llevar la pelota a ras de piso de un arco a otro, con una elaboración que a veces llega a ser desesperante. Y en una época donde el público chileno se acostumbró al vértigo, que trajo réditos, el Ingeniero parece encarnar la antítesis.

Resulta extraño que alguien tan exitoso a nivel planetario no sea reconocido de manera unánime en su propia casa. Dele la explicación que quiera: que los de la U no le perdonan el descenso, que los de la UC no pueden entender que no haya dado la vuelta con Gorosito y Acosta en el plantel o que los de Colo Colo creen que truncó la carrera del Mati Fernández, pero por estos pagos tiene muchos detractores.

Y por eso es saludable que no haya llegado a la banca de la Roja todavía, más allá de que se la hayan ofrecido tres veces y de que probablemente algún día ocurra. Él mismo sabe que no es profeta en su tierra, por lo que tuvo que irse a Ecuador para iniciar su peregrinaje internacional, y también entiende, como buen ingeniero, que la planificación con la que trabaja es difícil de aplicar en una selección, donde tienes a los jugadores unos cuantos días antes de los partidos y la pega es más administrativa que de cancha, como explicó, con una buena cuota de intuición, elemento que no cabe en una mente ingenieril.

«No me siento preparado para la Selección», avisó la semana pasada en una entrevista a la revista Capital, para que lo lean sus colegas, no los de buzo, sino los de terno y corbata. «No disfrutaría ese trabajo», confesó a renglón seguido. Su juego no encantaría a la actual Marea Roja y a él tampoco le encanta la idea de encabezarla. Mientras en Manchester lo despiden al ritmo de «This Charming Man», en Chile el tema de The Smiths no pega.

GRAF/JIGB

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