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Por Daniel Albornoz
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Vicepresidente Asociación de Hinchas Azules
En receso futbolístico, las principales noticias que angustian nuestros días son aquellas que hablan de la intertemporada. Por ejemplo, Luis María Bonini llegando al CDA con la misión de enderezar un proceso demasiado caro como para ser cortado, o la infaltable lista de figuras que llegarían a vestir la camiseta azul. Pero no son las únicas noticias que tenemos en la retina.
En la U, un director de Azul Azul confiesa que la comisión estadio ya no sesiona y que dicho proyecto, una promesa de Carlos Heller al arribar a la presidencia, ya ni siquiera es tema en la concesionaria. A esto se suma la matonesca y mafiosa desafiliación de Deportes Concepción, y la intolerable cuota de incorporación que se le exige a Deportes Valdivia para ascender a Primera B.
La ANFP sigue dando muestras de su antojadizo manejo, lejos de las voluntades populares y aún más lejos del buen fútbol. Así estamos hoy por hoy. Sin embargo, toda crisis es una oportunidad para reformular la realidad. Aunque, cautela, esas oportunidades suelen ser el terreno de juego de los poderes políticos y judiciales, al servicio de los económicos, como cuando desde las cúpulas se decidió dar pie al modelo de fútbol negocio hoy imperante. No obstante, en la actualidad existen aires de cambio en la dirección opuesta ¿y cómo no? si el modelo fracasó rotundamente, y sigue dando pruebas de ello semana a semana.
El pasado 2 de mayo se presentó una propuesta de cambio a la ley 20.019 (S.A.D.P.), la que regula la actividad del deporte profesional. El espíritu de esa reforma iría por una moderación de los poderes de algunos accionistas en las sociedades anónimas, por limitar su potencial participación en más de un club, y en pos de una mayor representatividad en el capital de las S.A. reinantes por parte de los antiguos socios vigentes de las corporaciones, que otrora llevaran las riendas de los clubes.
Esta semana, también, y desde el mundo de las organizaciones sociales, pudimos observar dos asambleas de hinchas de los dos clubes universitarios más importantes del país. El jueves 12 de mayo, los hinchas de la Católica, convocados por Alta Frente, realizaron su primera asamblea en la Casa Central de la Pontificia, iniciando así un proceso inédito para el pueblo cruzado. Este sábado 14 de mayo, en la FECh, la Asociación Hinchas Azules convocó a la séptima Asamblea de Hinchas Azules, dando continuidad a un proceso mostrando algunas luces de interesante madurez.
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Nuestra Asamblea se acerca a los 30 meses de historia y trabajo continuo, desde la primera Asamblea, también en la FECh, realizada el 4 de enero del 2014. Sucesivamente, la Asamblea ha recorrido el camino de generar un diagnóstico. Asumir la responsabilidad de la organización, llenando de contenido una temática muy tecnocratizada, posicionado la temática del fútbol social, y de los derechos de los hinchas en los medios y sobre todo entre los mismos hinchas. Ha realizado marchas, foros, encuentros, campeonatos de fútbol para mujeres y hombres, se ha acercado a la Casa de Bello, a ex jugadores, ha publicado libros, entre muchas otras actividades.
Y el paso dado este fin de semana no deja de resultar satisfactorio. ¿Por qué? Porque en más de tres horas de trabajo respetuoso y serio, el pleno de la Asamblea aprobó las que serán sus propuestas para la modificación a la ley 20.019. En efecto, la Asamblea decidió hace mucho tiempo que no está para pedir y esperar, sino para participar e incidir. Sin embargo, hoy los espacios de participación vinculantes no existen, por lo que es necesario avanzar hacia su creación. Por mientras, estamos listos para estampar el espíritu de lo que necesitamos para ser el club de la Universidad de Chile en la ley. Y es que la Universidad de Chile es un ente empapado de valores, como por ejemplo la democracia, la que está lejos de tener cabida en una Sociedad Anónima como Azul Azul, controlada por una sola persona.
Personalmente, el punto esencial es que a los socios e hinchas, responsables de haber tenido las administraciones que teníamos antes de la quiebra de nuestro club, fuimos castigados, sin anestesia y con total desmesura, quitándonos todo derecho a mantenernos en el espíritu sin-lucro, y nos propusieron comprar acciones de una Sociedad Anónima.
Como resultado, hoy vemos como el espíritu con lucro tiene al club por los suelos, a los hinchas engañados con un estadio que no llegó ni llegará, sin siquiera una idea de fútbol en cancha, y menos aún con una escuela de formación aceptable. Pero además, yo, como hincha de la Universidad de Chile y como ser que pretende encarnar su esencia, no tengo cabida, pues el modelo me obliga a canalizar mi participación en la compra de acciones, es decir, a través de la plutocracia.
Me parece que la Ley 20.019 tiene una injusticia grabada en sus órganos: la obligación de ceder la administración de las corporaciones quebradas necesariamente a una S.A. Lucho y lucharé para que eso se revierta, porque la Universidad de Chile no puede ver su alma, su simbología, administrada por la billetera más grande. Quiero un club responsable, profesional y que cumpla, incluso con deudas inventadas de la noche a la mañana como la que fue usada para quebrar a la Corfuch desde la Tesorería General de la República, pero solo si este es un Club donde haya democracia y no importe el tamaño de la billetera a la hora de expresar un voto.
Pese a eso, sabemos que las leyes demoran, y que tampoco transforman la realidad automáticamente. Es por esto que el mes de mayo es tan especial: está cargado de la esencia del conjunto azul, no en los papeles, no en la administración del equipo de fútbol profesional, sino en la práctica. Este mes se conmemora la quiebra y la venta de la Corfuch a precio de huevo, este mes se celebra el cumpleaños del equipo, este mes se llena de encuentros y organización de la hinchada bullanguera a todo nivel y en todo el país. Y esa es la apuesta de largo plazo: nuestro club es nuestra gente. Y si queremos un club grande, entonces necesitamos vivirlo a diario, organizados y unidos, en grande.
GRAF/DE