Juan Ignacio Gardella Berra
Subeditor El Gráfico Chile
@jigardella
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Bravo, perdónalos, porque nacieron en un país en el que al que está arriba hay que tratar de atajarlo, pues no están acostumbrados al éxito, sino que prefieren nivelar para abajo y esconderse dentro de la masa.
Por eso hay tanto gil en Twitter que detrás de un @ dice que estás acabado, con apenas 33 años, edad de madurez para un arquero, sino que lo diga Gigi Buffon, que con 38 sigue dictando cátedras a sus colegas más jóvenes.
Parece que esos ya se olvidaron de que antes de ti con suerte teníamos arqueros que volaban a Brasil o Argentina, porque no les daba para cruzar el charco y ni hablar de llegar a Barcelona, referencia del fútbol mundial en el siglo XXI.
Y en el Camp Nou, pese a tu supuesta veteranía, todavía no puede quitarte la titularidad en la Liga el futuro guardián del arco alemán, que con 24 primaveras quiere comerse el mundo y cada tanto te tira un palo por la prensa, a los que tú respondes con el respeto que a él le falta.
Sí, qué duda cabe, te comiste los dos goles contra Panamá, pudiste hacer algo más en el de Bolivia y tus reacciones fueron lentas en los de Di María y Banega, pero no significan nada al lado del penal que le tapaste al propio Éver en la definición del año pasado.
Y en vez de salir a justificar tus errores por la enfermedad de Emma, recién nacida, prefieres el silencio, porque la familia es lo más sagrado y no tenemos por qué saber el estado de tu hija, que forma parte del ámbito privado.
Pese a la incertidumbre por su salud y a que esta copa inventada para que algunos lucren calza con tus vacaciones, tomaste un avión y te mandaste a cambiar por tres semanas para seguir liderando a la Roja, cuando tal vez te convenía hacerte la víctima y quedarte en casa con tu señora.
Y no debes preocuparte únicamente de la cancha, porque aterrizas en Estados Unidos y tienes que concentrarte en los premios, y quedar como el malo de la película, mientras los dirigentes exigen bajar las pretensiones para compensar el desfalco que ellos mismos no supieron fiscalizar.
Más encima, con tu estatus de estrella planetaria, quizá sólo superado por Alexis y Vidal, la pelea por las platas no la das solamente por tu propia cuenta bancaria, sino por las de tus compañeros que todavía no aseguran el chancho y que por debajo te piden que no cedas en la negociación.
Mejor ni hablar de quienes escudados en una pantalla de computador escriben que estás atornillando al revés para conseguir más lucas, pero ya lo estoy haciendo, porque no puedo entender que existan personas tan tristes.
Me quedo con las palabras de apoyo del Chino Ríos, otro que alguna alegría nos dio, porque también fue capaz de escapar por mérito personal de la mediocridad local y codearse con los grandes.
A esa minoría que te quiere retirar, uno de nuestros deportes nacionales, no la escuches, porque no saben lo que dicen.
GRAF/JIGB