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Por Juan Ignacio Gardella – El Gráfico Chile
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Tras varias semanas, Ricardo Soto vuelve a lo suyo. Luego de dedicarse ciento por ciento al tiro con arco, que lo llevó a convertirse en la gran revelación chilena en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, regresa a la sala de clases. A un lado deja el arco y las flechas para tomar los cuadernos y los lápices, ya que este jueves se reintegraba a su curso de tercero medio en el colegio Adolfo Beyzaga Ovando de Arica.
Antes, el martes, tuvo una recepción de estrella en su ciudad natal. «Fueron a esperarme autoridades y un orfeón incluso. Fue una sorpresa», cuenta el joven de 16 años, que este miércoles fue invitado a la municipalidad. «Me pidieron hartas fotos», agrega.
Claro, ya no es un ariqueño cualquiera. Él lo sabe, aunque, tal como apuntaba al blanco con tranquilidad en la cita olímpica, se toma con calma su retorno a la escuela, donde se esperaba una revolución con su llegada. «Hay que seguir normal, igual que antes», advierte.
Debido a su preparación para el evento brasileño, lleva bastante tiempo sin ver a sus compañeros. «Los extrañaba», expresa el «niño prodigio» del deporte nacional, que deberá ponerse al día, pero no se hace problemas: «Tengo una amiga que me presta los cuadernos para fotocopiar la materia». Y por la inasistencia tampoco se preocupa. «Ya está conversado. El IND me consiguió un decreto y con eso me colocan como presente», explica.
«Este año no me quedan competencias internacionales para el ranking mundial, sólo unos amistosos, así que voy a aprovechar de estudiar más para terminar bien tercero medio», avisa el escolar, que todavía no tiene claro a qué carrera universitaria entrará, aunque sí sabe hacia dónde se inclina: «Voy más por el lado matemático o científico».
Ahora tiene otro blanco al cual apuntar: el del pizarrón.
GRAF/JIGB