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Cada vez que Usain Bolt entra a la pista de atletismo, el público sabe que se viene un espectáculo.
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Es que desde que empezó su leyenda en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, el «Rayo» siempre ha respondido a las expectativas de los fanáticos y hace parecer fácil transformarse en el hombre más rápido del mundo, dejando a sus rivales en “ridículo” en la pista.
Pero, pese a los éxitos que ha cosechado, la historia del jamaiquino en el olimpismo no comenzó como esperaba. Ya marcando récords juveniles en los 200 metros, se ganó un cupo para correr la distancia en Atenas 2004 y terminó decepcionando. Una lesión sufrida meses antes de la prueba mermaron su actuación y terminó quinto en su ronda de clasificación, lejos de la posibilidad de seguir avanzando.
“Fue muy pronto para mí, muy pronto en mi desarrollo, y no iba a ganar con la poca preparación que tenía. Sabía que era una pérdida de tiempo y no tenía el corazón para eso. Podría haber llegado entre los primeros cuatro y avanzar a la siguiente ronda, pero no estaba interesado. Incluso si pasaba de ronda, nunca iba a ser capaz de hacer algo más. Me quería ir de Grecia, que fue una muy mala experiencia para mí”, escribió Usain Bolt en su libro sobre su mala experiencia en los Juegos Olímpicos de Atenas.
Sin embargo, la revancha vendría en la próxima cita olímpica y Usain Bolt respondió con creces. En el Nido de Pájaros fue el jamaiquino el que voló sobre la pista para quedarse con el oro en los 100 metros (9.69 segundos) y 200 metros (19.30) y el relevo 4×100 (37.10), demostrando que era el hombre más rápido del mundo al romper los récords mundiales y olímpicos en las tres pruebas.
Luego de darse a conocer como la gran estrella de la pista, el Rayo siguió mostrándole al mundo su condición de velocista y volvió a romper récords antes de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, bajando la plusmarca mundial de los 100 y 200 metros a 9.58 y 19.19 segundos, respectivamente, en el Mundial de 2009. Luego, en 2011, lo hizo con la marca del relevo 4×100, donde consiguió 37.04 con sus compañeros jamaiquinos.
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Pero su historia y sus marcas aún estaban lejos de terminar y así lo demostró en la cita olímpica de la capital inglesa, donde volvió a colgarse tres medallas de oro tras ganar nuevamente en los 100 y 200 metros y en el relevo 4×100. Esta vez con récord olímpico en los 100 con un tiempo de 9.63 y récord mundial en la posta con los 36.84 que consiguió junto a sus tres compatriotas.
Una historia llena de oro que vino a consagrar en Río 2016, donde ya ganó la medalla dorada en los 100 y 200 metros, consagrándose como el primer atleta en ganar estas pruebas en tres Juegos Olímpicos consecutivos.
Ahora, para seguir consagrándose como leyenda olímpica, espera ganar el oro en la posta 4×100 y así sumar un inédito “triple-triple” y sumarse al selecto grupo de atletas con nueve medallas de oro, donde lo esperan Larisa Latynina, Paavo Nurmi, Mark Spitz y Carl Lewis.