El Gráfico Chile

El Modelo Dortmund muestra el camino para salir de la crisis del fútbol chileno

Después de otra paupérrima actuación internacional, el fútbol profesional exige una nueva forma de manejar los clubes. El sistema participativo de los socios es una opción comprobada en Alemania.

Javier Rios R. enviado especial a Dortmund, Alemania

Borussia Dortmund con Colo Colo parecieran tener poco en común, con un océano de distancia y unas realidades tan diferentes como los presupuestos de dos instituciones, que sólo se asemejan por sus exigentes hinchadas, que invitan al equipo a luchar por todos los objetivos.

Instituciones distintas, pero que el año 2002 pasaron por el mismo proceso de revisión institucional y de decisiones trascendentales, que por su derroche desenfrenado, cayeron tan bajo, que el fantasma de la quiebra se posó sobre los gigantes estadios de ambos clubes.

El Cacique optó por un modelo de Sociedad Anónima Deportiva que prometía subsanar todos los problemas en Chile. Con el paso del tiempo el sueño quedó en ilusión, no significó más que control de los clubes por consorcios económicos que alejaron a los socios, transformando clubes deportivos en negocios privados y que no hicieron más que administrar los dineros que entrega el Canal del Fútbol.

Así fue, como tras 14 años de funcionamiento, los logros sociales y deportivos nunca aparecieron, dejando el registro en las paupérrimas actuaciones internacionales. Una caída que se expande a los demás equipos del fútbol chileno, que esta semana, con la excepción de Palestino, terminaron con avergonzantes eliminaciones de la Copa Sudamericana.

En Alemania, en cambio, el equipo de Dortmund se inclinó por un modelo participativo, austero, con foco en la vinculación de los hinchas y en la creación de ídolos propios con unas fuertes divisiones inferiores. Los resultados están a la vista.

El Modelo participativo del Robin Hood Alemán

En las instalaciones del estadio Signal Iduna Park les gusta compararse con el Bayern Munich al que califican como el rey del fútbol alemán. En su lado opuesto, dirigentes, hinchas y trabajadores lucen orgullosos el mote de ser el Robin Hood, unos forajidos del fútbol, que luchan por lograr el triunfo sin usar malas prácticas, como el endeudamiento excesivo o el abuso de poder.

Así lo afirma Carsten Cramer, Director de Ventas y Marketing del club alemán, que se muestra feliz de contar el milagro que significó sacar adelante al equipo amarillo de un momento delicado: «Buscamos ser competitivos a nuestra manera, no sólo buscamos plata y títulos como otros clubes», comenta sobre el cambio en el equipo del que es seguidor desde pequeño.

Mientras Colo Colo en Chile caía en la quiebra en 2002, El Dortmund presentaba los mismos síntomas heredados de una década de los ’90 cargadas al consumo desmedido de contrataciones, la irresponsabilidad en la gestión y el despilfarro tras la ilusionante Champions League que ganaron en 1997.

El Borussia quería competir con los grandes de Europa, pero por el camino incorrecto, cayó en un pozo del que salió sólo gracias a la visión a futuro de dirigentes que le dieron un sello particular al club; desde ese momento cambió la propiedad de la institución y le entregó el 51% del equipo a los socios, que por 61 euros (cerca de 45 mil pesos chilenos) al año obtienen un pedazo del club de sus amores.

«Ese es el sello, la diferencia con los otros clubes, de Italia o Inglaterra que son cerrados. Acá tenemos miembros, no inversionistas. Para nosotros lo más importante es hacernos parte de la sociedad, queremos llegar a todos los ciudadanos de Dortmund. Por eso no cobramos excesivamente en las entradas, no queremos alejarnos de la gente«, comenta Carsten, confirmando de paso que la galería del Signal Iduna Park seguirá a sólo 11 euros, de las adhesiones más baratas del continente.

La consolidación de un sistema mixto de inversiones y la aplicación deportiva

La llegada de Hans-Joachim Watze, director del Borussia Dortmund, fue la cara de esta verdadera revolución que tenía que recuperar un déficit de 180 millones de euros tras onerosos fichajes de estrellas de la época como Jan Koller, Thomas Rosicky, Marcio Amoroso, o los seleccionados alemanes Torsten Frings y  Christoph Metzelder.

La estretegia: repartir las aciones entre sus hinchas, quienes con tanta identificación reinvierten sus jugosos dividendos. En esa época los seguidores compraron 40 millones de euros en divisas, donde el máximo accionista posee el 10%, mientras que el 90% restante está repartido entre 70.000 socios.

La movida vino acompañada de un plan deportivo completo, en la línea de la austeridad y espíritu de club, donde todos aportan, dejando el endeudamiento acostumbrado en los grandes de Europa de lado.

La simpleza del camarín del primer equipo, con una percha normal para cada jugador, sin opulencias, es sólo una muestra de la forma con que abordaron el problema económico: «Aca el focus está en el deporte, esa es una opción y competimos con eso, aquí lo que importa son los 90 minutos» comenta Jonas OhlMeier encargado de mostrar a los turistas las intalaciones del club.

Cambio de mentalidad, aparejada con una inédita inversión en las divisiones menores de más de un billón de Euros en infraestructura y un plan a largo plazo, que trajo como dividendo a largo plazao el surgimiento de estrellas de la talla de Marco ReusNuri Şahin o Mario Götze.

Resultados expresados en impactantes números, como el promedio de 81 mil espectadores en condición de local, que lo transforma en el equipo con más convocatoria de Europa por sobre el Barcelona, Manchester United, Bayern Munich y el Real Madrid. Cosecha de talentos que también le permitió la consecución de títulos como los de la Bundesliga, la Copa de Alemania, la Supercopa Alemana y ser finalista de la Champions League en 2013.

Un camino distinto, más pedregoso y menos lujoso, pero que terminó consolidando una idea de club deportivo aparte del negocio en que se transfromó el deporte más popular del mundo. Una alternativa, que tomando en cuenta la pasión de los hinchas enaltece la escencia del deporte, una que en Chile los clubes-SAD cambiaron por un lucrativo negocio.

GRAF/JR

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