La delegación nacional ya está en Brasil (TopComunicaciones) Juan Ignacio Gardella BerraSubeditor El Gráfico Chile@jigardella En medio de la fiebre eliminatoria, me sentí en la obligación personal de dedicarle este espacio a los Juegos Paralímpicos que arrancan este miércoles. Tuve la suerte de estar en los Parapanamericanos de Toronto 2015 y le agradezco a Dios por ello, porque me permitió ver en terreno el trabajo del Comité Paralímpico de Chile, con un presidente que muchas veces deja de lado sus asuntos privados para ocuparse de lleno en sacar adelante esta «pega» -por la que no recibe un peso- y un equipo de colaboradores siempre disponible para aclarar dudas, que créame son varias en un ámbito complejo y sensible. Pero por lo que más doy gracias es porque pude conocer de cerca las historias de los deportistas «en situación de» o «con discapacidad» -formas correctas de decirlo-, verdaderos ejemplos de superación. Como la de Jorge Carinao, quien en el 2008, con 16 años, pintaba para crack en la halterofilia convencional, hasta que en un entrenamiento le cayó la pesa encima y quedó parapléjico. En vez de evadir el trauma, en una tremenda muestra de resiliencia, decidió volver a la disciplina y llega a Río 2016 como campeón parapanamericano. O la de Macarena Cabrillana, que en el mismo año y a la misma edad intentó suicidarse lanzándose desde un quinto piso, debido a un fuerte cuadro depresivo, pero la vida le dio otra oportunidad. Y ésta vino acompañada del tenis, clave en su proceso de rehabilitación y en el que estará participando en Brasil. En idéntica especialidad competirá Robinson Méndez, quien en 1997, con apenas 12, recibió una «bala loca» en la espalda. Fanático del fútbol previo a eso, luego fue el mejor basquetbolista en silla de ruedas del país antes de agarrar la raqueta, con la que disputará su cuarta cita paralímpica. Y qué decir de Cristián Valenzuela, que también estaba en la primera docena de su existencia cuando perdió la vista por un glaucoma congénito. Para salir del hoyo en el que se encontraba empezó a correr, hasta convertirse en el ícono del movimiento paralímpico nacional y llegar a la Ciudad Maravillosa como vigente medallista de oro. ¿Por qué elegí a estos cuatro? Porque lo que les pasó a ellos le podría pasar a cualquiera. Un accidente, una enfermedad -sea física o sicológica- o una casualidad -¿o causalidad?- pueden cambiar todo de un día para otro. Ellos y los otros 11 criollos que nos representarán en los JJPP pasaron del «¿por qué a mí?» al «¿para qué a mí?». Por eso ya son ganadores, más allá de las medallas, los diplomas o un Top X. Entonces, la pregunta que debemos hacernos nosotros es «¿para qué apoyarlos?». Para que sirvan de inspiración a los más de dos millones de chilenos con discapacidad, entre los cuales seguramente hay muchos que siguen cuestionándose por qué a ellos. El deporte puede ser la respuesta. GRAF/JIGB