Por Hans Podlipnik Castillo Siempre me acuerdo cuando me preguntan sobre los esfuerzos y sacrificios que uno hace en el tenis y la verdad no es muy fácil contestar. Ya que si bien los «sacrificios» han sido grandes, el hacer lo que uno ama convierte inmediatamente esos sacrificios en algo que uno aprecia y hace sin pensar que lo que uno esta haciendo es realmente un sacrificio. Como parte anecdótica, cuando yo iba al colegio, siempre mis clases terminaban a las 5 de la tarde, pero también mis clases de tenis comenzaban a las 5 de la tarde, siempre tuve el mismo problema, los martes y los jueves salía a la hora que empezaba el entrenamiento y el tenis me quedaba a media hora del colegio. Por lo tanto mi solución fue comenzar a escaparme del colegio. Siempre que llegaba la profesora, ella pasaba lista y cuando decía mi nombre, yo que ya estaba estratégicamente cerca de la puerta de salida, esperaba que terminara de pasar lista y comenzar a escribir en la pizarra, para así silenciosa y sigilosamente abría la puerta y me escapaba de la sala de clases y posteriormente saltaba una reja del colegio por un lugar no muy bien vigilado para poder ir a jugar tenis. Lamentablemente es muy duro en el sistema educacional chileno poder ser un deportista de élite mundial. Desde muy temprana edad ya comenzamos en desventaja contra los europeos. Por ejemplo, ellos van al colegio hasta la 1 de la tarde y después ya tienen todo el día para hacer muchos diferentes talleres de deporte, arte, etc. En cambio nosotros tenemos largas jornadas en el colegio, generalmente aburridas, donde nos preparan para «triunfar en la vida». Una de las cosas que siempre fue muy complicada para mÍ fue que al yo siempre querer ser deportista, terminaba el colegio a las 5 de la tarde, entrenada tres horas, llegaba a mi casa a las 9:30 de la noche, y tenía que cenar y hacer tareas, un círculo que se repetía día tras día, y año tras año. La verdad es que todas las cosas que uno haga tienen su lado positivo y su lado negativo. Ser tenista y sobre todo tenista sin grandes recursos tiene el lado negativo que uno no puede ver a su familia o a sus amigos casi nunca, hay que pasar largos meses en otros países. Eso es algo que no es fácil para ninguno de los tenistas que he conocido. Pero poniendo esto de lado, yo me siento y creo que casi todos los deportistas mundiales se sienten unos afortunados de la vida. Somos grandes afortunados de poder hacer lo que amamos, de conocer el mundo, etc. Los que realmente hacen que me saque el sombrero, que son los que siento que sí son realmente sacrificados, son el mesero que lleva 10 horas parado y aún así son las 11 de la noche y te atiende con una sonrisa. El profesor/a que lleva muchas horas enseñando seguidas, y aún así se da el tiempo y la paciencia para explicar bien y contestar preguntas, que enseña con pasión. El trabajador/a que realiza «pegas» repetitivas en largas jornadas de trabajo para poder darles un mejor futuro a sus hijos. Asesoras del hogar que muchas veces duermen en casas de otras familias y dejan a sus familias de lado para poder darles una mejor vida, etc. Ellos y muchos más son realmente los héroes y los sacrificados, yo soy un afortunado de la vida, y lo acepto con humildad y admiración a aquellos que se sacrifican de verdad. GRAF/CS