Columna: La Beccaída

Las expectativas con Beccacece eran muy altas, tanto en Los de Abajo como en los de arriba, porque Azul Azul le hizo un contrato que después no sabía cómo dar de baja.

Los nueve meses del santafesino en la U fueron un parto (Photosport) Juan Ignacio Gardella BerraSubeditor El Gráfico Chile@jigardella ¿No le da la sensación de que el proceso de Beccacece siempre fue en caída libre? En la literatura se le llama «horizonte de expectativas» a lo que el lector de una época determinada espera de una obra. ¿Y qué es lo que el hincha de la U esperaba del santafesino? Que fuera Sampaoli 2.0 y reflotara glorias recientes. Y esa línea horizontal se elevó aún más tras el 8-1 a O’Higgins, el único momento feliz de este parto que duró nueve meses. Pero la alta expectativa no era sólo de Los de Abajo, sino también de los de arriba, ya que Azul Azul firmó un largo contrato de dos años y medio con un principiante que después no sabía cómo cortar. Por eso demoró tanto en caer el sobre azul, porque si no era por la plata, al Becca hace rato lo habrían puesto de patitas en la calle. Y por eso Don Carlos no puede eludir responsablidades. La era del «ayudante de» terminó en el suelo, pero empezó en el sótano, pues mientras Heller y compañía lo elegían para hacerse cargo del Romántico Viajero, a la vez repudiaban al Sampa por cómo salió de la Roja, siendo escenarios semejantes, sino idénticos. Fue lo que se conoce como «comprarse un problema», porque a las explicaciones post partidos del DT por la eterna injusticia de los resultados en su contra, en la semana se sumaban las declaraciones ante la Justicia por los millones de la ANFP. Era cosa de tiempo para que la baja campaña derivara en «besacheque» y otros ingenios. Si a eso le sumamos la patada voladora y el refri en el piso por la calentura en el Clásico Unversitario, la PLR -y los memes- se veían venir. Y vamos agregando causas en tribunales, ahora por Ley de Violencia en los Estadios. Como buen hípico, el presi apostó fuerte, abrió la billetera y armó Los Beccalácticos con más de seis palos verdes, por lo que tuvo que autoprestarse la módica suma de $2.400.000.000 para comprar a un jugador de ¡32 años! No quiero ni imaginar los balances a la baja que se vienen, donde probablemente los números no serán azules y el ítem «Estadio Propio» ya no aparecerá. Está por verse si las Fiestas Patrias inspiran a la concesionaria y se deciden por Chilenita, que viene al alza y seguramente no pedirá una millonada. No vendría mal un poco de ahorro entre tanto despilfarro. La U no está para más recaídas. GRAF/JIGB

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