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El Gráfico Chile
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Arrigo Sacchi, histórico entrenador del Milan, cuenta en su libro las anécdotas que vivió en la época en que Claudio Borghi estuvo en el equipo rossonero. El argentino llegó en 1987 al club de la Serie A, aunque no tuvo éxito en su paso por el actual elenco de Matías Fernández.
«Berlusconi se había enamorado de este jugador durante la final de la Copa Intercontinental de 1985 entre la Juventus y el Argentinos Juniors, equipo en el que militaba este centrocampista ofensivo, de indiscutibles dotes atléticas, con buenos pies, fantasioso, muy espectacular en sus números, pero desde luego no un jugador entregado al juego de equipo. Por sus mágicas pinceladas a la pelota lo definieron como «el Picasso del Fútbol», cuenta el técnico, que ganó ocho torneos con Milan.
«En 1987, Berlusconi lo había comprado en una subasta, a la cual concurría también la Juventus. Cuando Borghi vino a entrenarse con nosotros, Vincenzo Pincolini (preparador físico) me dijo: ‘¡Mira, Arrigo, que, cuando corro, lo dejo atrás!’. A Borghi no le gustaba correr, sostener el ritmo de los entrenamientos. Pensaba que eran inútiles. ‘¿Qué sentido tiene correr durante kilómetros, si el campo tiene cien metros?’, me dijo una vez», afirma el estratega.
«Era perezoso y jugaba un fútbol individual, se movía poco y mal en la fase ofensiva, mientras que en la fase defensiva era inexistente. Tenía una buena técnica, pero carecía de una cultura del trabajo y del grupo. No lo quería», declara el DT subcampeón de la Copa del Mundo de 1994.
«Además, no funcionaba bien en nuestro fútbol; no se compenetraba correctamente. Si hubiera querido contentar al presidente y nos lo hubiéramos quedado, habríamos cometido un error garrafal. Y añadí: ‘Si usted hace jugar a Borghi, yo dejo de trabajar un año'», agrega el italiano.
«Ciertamente, resulta más espectacular un jugador que juega de rabona, de gambetea, que escapa de dos adversarios, que juega de taco pelotas imposibles respecto de uno que mantiene unido al equipo moviéndose con inteligencia. Borghi era uno de esos fenómenos, pero no se adecuaba al juego y al fútbol total que yo quería. Era un solista, no un instrumentista», sentencia Sacchi.
GRAF/FBC