Como un rotundo fracaso fue calificado el paso de la selección chilena por el Sudamericano Sub 20 de Ecuador, con un técnico enjuiciado y las críticas lapidarias contra los jugadores que, en la previa del torneo, sonaban como promesas a seguir en virtud del esperado recambio del equipo adulto.
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Sólo algunos jugadores como Gonzalo Collao o Francisco Sierralta aprobaron la prueba en Riobamba y en Ambato, escuchándose la sentencia para el futuro contra los demás jugadores del plantel de Héctor Robles reflejado en las figuras de los jugadores mejor evaluados en la previa: Jeisson Vargas, Jaime Carreño o Gabriel Suazo, por nombrar algunos. Sin embargo, mirando atrás y analizando el progreso de los futbolistas tras los fracasos en equipos juveniles, las predicciones acaloradas nunca son tajantes.
Ejemplos hay para todos los gustos mirando atrás en los equipos que no obtuvieron el paso al Mundial de la categoría. Por ejemplo, la Rojita del año 1997 sufrió jugando como local y no logró los objetivos, terminando con el despido del técnico Guillermo Yavar, pero dentro del equipo jugadores como Manuel Neira, Reinaldo Navia, David Henríquez, Rafael Olarra o Francisco Arrué lograron carreras consolidadas en equipos grandes de Chile e incluso con proyección internacional.
En ese mismo equipo, que no pudo con Venezuela en La Serena, otros jugadores, tales como Silvio Rojas o Paolo Vivar, no lograron consolidarse y se quedaron en el camino pese a la buena proyección que mostraban.
No es el final de la carrera
Ni el triunfo ni la derrota asegura un tipo de futuro. Así lo cree Rafael Caroca que en 2009 sufrió la eliminación en primera fase del Sudamericano en Venezuela, cuando todos esperaban algo más.
«Todos dan lo mejor para que las cosas resulten mejor, las victorias y las derrotas son parte de la vida. Se tiene que llevar de la mejor manera para llegar al éxito. Lamentablemente el chileno depende del resultado y eso perjudica. El convencimiento y el creer en el proceso es fundamental, más allá de los resultados«, señala a El Gráfico Chile, analizando con perspectiva su carrera, que fue en constante evolución con el triunfo en el Torneo Esperanzas de Toulon y su participación en La Roja campeona de la China Cup. Un verdadero premio a su perseverancia.
Charles Aránguiz y Eduardo Vargas, por ejemplo, supieron superar el gusto del fracaso en ese plantel y son pilares de la Roja bicampeona de América, mientras otros quedaron en el camino como Fabián Cerda o Bruno Romo, quienes no consolidaron su carrera.
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En 2011 ocurrió de la misma forma y la derrota no significó un estigma para siempre. Un ejemplo lo tiene Álvaro Ramos, que también llegó a la selección adulta después de buenas campañas en Deportes Iquique y la Universidad Católica y también sumó el título de la China Cup. Aunque en la evaluación final, la mayoría de ese plantel adiestrado por César Vaccia no pudieron consolidarse como recambio en la Roja, con casos como Bryan Carrasco y Yashir Pinto ejemplificando este estancamiento.
El destino, como se puede ver en la realidad, poco tiene que ver con un torneo en particular. El Sudamericano Sub 20 de Ecuador quedará en el recuerdo amargo de los hinchas y los jugadores de esta camada, que con todo el futuro por delante tienen en sus pies la capacidad de dar vuelta la historia y transformarse en el ansiado recambio de la Roja.