Por: Álvaro Valenzuela
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Universidad de Chile se prepara con todo para intentar mejorar en algo la muy mala imagen dejada en el apertura pasado. La temporada estival ha servido para contratar un nuevo cuerpo técnico y la llegada del primer refuerzo. Pero no es precisamente sobre el primer equipo a quien me quiero referir.
Este 2017 ha estado marcado en el plano futbolístico por el rotundo fracaso que experimentó la sub- 20 en el sudamericano de la categoría disputado en Ecuador. En los cuatro partidos de la primera fase el equipo cosechó 2 puntos merced a dos empates y dos derrotas. Lo peor es el rendimiento paupérrimo exhibido en el torneo sub continental.
La participación del combinado nacional fue notoria para los hinchas del medio, pero a parte del nivel nacional de nuestros juveniles llama la atención el escaso aporte que genera Universidad de Chile a las diversas selecciones menores de nuestro país. En este caso particular, los representantes azules tuvieron una buena cantidad de minutos aunque con resultados disimiles, por un lado estuvo el sobrio arquero Gonzalo Collao, de grandes reflejos y una soberbia actuación contra Brasil.
Lo mostrado en este sudamericano podría significar un impulso en su carrera, aunque la realidad indica que no es más que el cuarto arquero del primero equipo. Su juego refleja una grave deficiencia formativa en nuestra institución, su dominio de balón con los pies no pasa de un suficiente en tiempos en que el arquero debe ser un agente de inicio del juego. No es casual que desde la llegada de Azul Azul, la U no haya sacado 1 solo arquero titular en la primera división de nuestro fútbol. El último gran proyecto laico bajo los 3 palos fue Miguel Pinto que debutó hace más de 13 años. Más de una década de jugadores que pasan sin pena ni gloria por nuestra escuadra y nuestra liga en una posición de relevancia.
En la zaga nacional con 3 partidos jugados vimos a Nicolás Ramírez, conocido de varios partidos en el 2016, con sus problemas habituales: Una salida poco clara a ras de hierba, desconcentraciones en momentos claves y muy nervioso. Su desempeño no es superior al de su equipo tanto en la selección como en la U. Lamentablemente en su corta carrera le ha tocado participar en una Universidad de Chile que más parece una lágrima que un equipo y en este muy mal paso de la selección juvenil. Esperemos que este año pueda tener mejores actuaciones.
El tercer jugador de nuestra cantera que tuvo participación en torneo veraniego fue el volante Yerko Leiva. Un tipo de esos corredores y que muerden en el medio campo, con un despliegue destacable. Debe mejorar su llegada al área contraria, aún así es un muchacho para tener en cuenta.
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La realidad de nuestras fuerzas básicas como institución es lamentable, llevamos años sin sacar un buen proyecto que sea un impulso al primer equipo. Lasarte, Beccacece y Castañeda debieron sufrir con la nueva regla de los minutos mínimos que debe jugar un sub- 20 y en varios partidos el equipo prácticamente jugó con 10. El último rayo de esperanza fue la generación 93-94 en donde seis de los nuestros participaron en la Copa del Mundo de Turquía. A saber: Angelo Henríquez, Nicolás Maturana, Christian Bravo, Igor Lichnovsky, Sebastián Martínez y Valber Huerta.
Lamentablemente a cuatro años de ese evento sólo tres de ellos pudieron ganarse una camiseta de titular y ser regulares en el quipo mágico, Henríquez, Martínez y Maturana (en su tercer paso por el CDA). El resto mezcló un par de partidos buenos con pequeñas rachas positivas., pero finalmente emigraron a equipos de segundo orden en Europa y en su vuelta a pastos nacionales incluso han dado vueltas olímpicas con los archirrivales.
Azul Azul ha dilapidado de manera grosera el capital deportivo que debe poseer en sus cadetes un equipo como la U, actualmente no existe un proyecto sólido e incluso la S.A se ha visto obligada a replantearse toda la organización deportiva trayendo a Ronald Fuentes como cabeza.
Esta no es la primera (y no será la última) vez en que desde esta tribuna levantemos la bandera en señal de alerta. La U tiene un compromiso con el fútbol chileno que no está cumpliendo ya que no es capaz de formar jugadores de nivel. Deuda que no se pagará mientras se sigan gastando cupos en refuerzos extranjeros con dudoso recorrido.
La urgencia de sumar títulos nos tiene sin rumbo claro, jugadores que han mostrado cosas muy interesantes en diversos aspectos, como Bryan Taiva, terminan siendo mandados a préstamo a equipos de la B por la clara descompensación que tiene nuestro plantel. Es imperativo entender que sin fuerzas básicas se pierden las raíces de la identidad de un equipo y sin identidad se pierde el club y la razón por la cual luchar.
PD: Columna dedicada a las familias de Santa Olga. Estamos con uds