Un semestre duró la primera experiencia en el extranjero de Sebastián Toro. El defensa formado en Colo Colo estuvo durante los últimos seis meses del 2016 en el Junior de Barranquilla, equipo con el que disputó 14 partidos, contando liga y copa locales, y la Sudamericana.
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«Dejé una imagen de siempre ir para adelante, de mucha garra, y aunque no era titular indiscutido, tuve muy buenas actuaciones», cuenta el zaguero nacional, que fue expulsado dos veces. Sin embargo, aclara que no tuvieron nada que ver con su conflictivo pasado: «Las rojas son parte del juego. Las dos fueron después de los 90 minutos. Una fue por doble amarilla, la segunda de éstas por una mano, y la otra la vio sólo el árbitro, pero es humano y todos cometemos errores».
«Todos cometemos errores», frase que resume la madurez que adquiró el ex Deportes Iquique y Ñublense en su paso por tierras colombianas, dejando atrás las polémicas que habían marcado su carrera. «Estar fuera es complicado, pero lo pude asimilar bien. Y con un buen fútbol, mejor todavía», destaca.
¿En qué se nota esa evolución personal? «En cosas en medio de un partido por las que antes reaccionaba y ahora ya no. Ya venía con eso, pero en Colombia lo desarrollé más. Cada día se puede ser mejor», explica el defensor.
Conocedor de las realidades de ambos países, el capitalino eleva al balompié cafetero por sobre el chileno. «Hay más competencia. Al haber ocho equipos grandes, es mayor la exigencia», compara.
En su trayectoria por territorio costeño, el futbolista de 26 años fue dirigido por un viejo conocido del Cacique y, además, tuvo como compañero a un antiguo rival de Universidad Católica, quienes lo ayudaron en este proceso. «Roberto Ovelar me recibió muy bien, me acompañaba a hacer trámites. Y Giovanni Hernández también, espectacular, es una muy buena persona», agradece, aclarando que su salida de la institución se debió a que «no hubo acuerdo nomás, así que nada malo que decir».
Entrenando por su cuenta en Chile con un preparador físico para mantenerse en forma y calmar la ansiedad a la espera de que se concrete alguna oferta, Seba prefiere no adelantar nada sobre su futuro y confía en que no se quedará parado en este primer tramo del 2017. «Tengo fe en que Dios me mandará algo bueno», expresa.
«Quiero jugar donde me quieran, no tengo país de prioridad. Donde soliciten mis servicios, podría ir», cierra el nuevo Toro, ése que ya no persigue la roja ante cualquier provocación.