Atlético Tucumán estaba viviendo un cuento de hadas. Luego de terminar quintos en la tabla general del torneo argentino de 2016, los tucumanos clasificaron a la segunda fase de la Copa Libertadores y por primera vez iban a jugar un torneo internacional. El primer escollo en su periplo libertador era El Nacional de Quito, al que le pudieron sacar un empate a dos tantos de local en el partido de ida.
PUBLICIDAD
Con la dura misión de salir a ganar por los dos goles que obtuvieron los quiteños como visita, los trasandinos emprendieron rumbo a Ecuador para enfrentar el partido de vuelta con la ilusión de toda una ciudad. Una ciudad que se trasladó al extranjero junto con sus jugadores para acompañarlos en la primera expedición fuera del país para jugar un partido internacional de Copa Libertadores.
Pero un viaje que tenía que ser tranquilo se terminó convirtiendo en una verdadera locura. La decisión de Atlético Tucumán de quedarse en Guayaquil para evitar la altitud de Quito les pudo haber costado más caro de lo pensado. El conjunto argentino decidió partir el mismo día del partido al estadio quiteño, pero un problema en el chárter de la compañía chilena Mineral Airways, que no tenía los papeles para hacer vuelos internos dentro de Ecuador, no les permitió despegar.
Las horas pasaban, el partido se acercaba y no había solución alguna al problema. Hasta que se pudieron embarcar en un avión comercial para salir rumbo a Quito. Sin embargo, aparecía otro incoveniente: el partido estaba programado a las 21:15 horas y por reglamento sólo los podían esperar por 45 minutos más. Con ese panorama, el encuentro podía, a más tarde, partir a las 22:00 horas, pero recién estaban aterrizando a las 21:30.
La incertidumbre se instaló en un equipo que desembarcó del avión, se subió a un y partió con escolta a toda velocidad rumbo al recinto donde enfrentaba a El Nacional. Mientras todo eso ocurría a las afueras de la ciudad, dentro del estadio los dirigentes de Atlético Tucumán hacían lo imposible por convencer a los directivos rivales de que se jugara el partido. Entre conversaciones y conversaciones, los ecuatorianos accedieron a la petición, pero bajo protesta, pudiendo presentar un reclamo posterior a la Conmebol en caso que perdieran.
Así, Atlético Tucumán, vestido con las camisetas y los botines de los jugadores de la Sub 20 de Argentina, quienes se encuentran jugando el Sudamericano de la categoría en Quito, por no tener indumentaria, salió a la cancha sin hacer trabajo precompetitivo y a poco tiempo de haberse bajado de un avión. Pero nada de eso les importó y quisieron darle un broche de oro a una historia digna de un libro. Cuando se jugaban 64 minutos y después de haber dominado durante gran parte del encuentro, Fernando Zampedri anotó el único gol del partido y desató la locura de los hinchas tucumanos que no se quedaron varados en Guayaquil y que pudieron ver como el modesto equipo que siguen venció por 1 a 0 a la adversidad y consiguió su cupo a la tercera fase de la Copa Libertadores.
Una historia de locos que podría tener otra página si la Conmebol así lo decide y les quita el triunfo por reglamento, ya que no cumplieron con normas básicas de los traslados y horarios de presentación, para darle la clasificación a El Nacional.