Por: Mauricio Valencia. Colo Colo de Todos (@colocolodetodos)
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Hace ya una década que la selección chilena comenzó a dar luces de un buen porvenir en lo futbolístico. El año 2007 empezó con un sudamericano sub-20 en Paraguay, en el cual se logró clasificar al mundial de Canadá y en el que finalmente vimos a la “Rojita” terminar en el tercer lugar. A nivel adulto las cosas tardarían un poco más en mejorar: luego de una decepcionante copa América en Venezuela, Marcelo Bielsa asumiría la Dirección Técnica del equipo nacional de cara las Clasificatorias Sudáfrica 2010, logrando una cómoda clasificación en 2do lugar. ¡Adiós calculadora!
Nuestra selección ya era mirada con respeto, con un equipo de temer, y para nadie fue sorpresa que se clasificara a Brasil 2014 y lograse eliminar al Campeón del Mundo vigente en la segunda fecha de la fase de grupos. Los éxitos no quedaron ahí: en julio del 2015 Chile logra su primera copa América y en menos de un año, obtiene la Copa Centenario coronándose como bicampeón de América. Sin duda alguna, una década dorada para nuestra querida selección.
Para los que nacimos como futboleros con la selección de Arturo Salah, a principios de los años 90, los títulos recién mencionados solo estaban en nuestros sueños. Situación que no cambió mucho con los años venideros. Sólo la selección de Acosta y la dupla Za-Sa nos hicieron vibrar con la clasificación a Francia ’98. Posterior a eso simplemente nada: el proceso “Corea-Japón 2002” fue un fiasco, al igual que las Copas América 2001 y 2004. Y para Alemania 2006 lo más destacable fue poder optar a mirar la calculadora en la última fecha aunque el resultado fue el mismo, Chile no clasificaba al mundial.
Sin embargo, detrás de aquel rostro dorado reflejado en la selección en la última década, ha existido también un rostro gris: la cara de la exclusión. Y es que paradójicamente, en aquellos años los hinchas teníamos de aquello de lo que hoy carecemos cada día más: el derecho a poder acceder al fútbol.
Mientras más éxitos cosecha la selección chilena, más se aleja del hincha que domingo a domingo le da vida y sentido a nuestro fútbol. Si la última entrada de galería en las eliminatorias para Alemania 2006 tenía un costo de 5 mil pesos, hoy un partido de la selección chilena cuesta por lo menos 11 mil pesos. Y eso si es que se tiene la suerte de poder acceder a una galería cuyo tamaño es de un tercio de la galería antigua, luego de que a la ANFP se le ocurriera inventar los “codos” como una localidad aparte y cobrar cerca de ¡44 mil pesos! por ellos. Así, en promedio, una entrada para ver a la selección chilena vale casi 6 veces su valor de hace poco más de 10 años.
Por cierto que la mercantilización y elitización del fútbol y su consiguiente alejamiento del hincha no ocurre solamente a nivel de selección. Lo vivimos los hinchas todos los fines de semana, con entradas cada vez más caras (cómo olvidar los usureros precios del último Colo Colo-Botafogo), con revisiones y controles más dignas de una cárcel que de un estadio, y con la proliferación durante la última década de la televisión pagada y las restricciones para ver un partido de fútbol. Hoy para el hincha chileno es más fácil ver cualquier liga europea que el fútbol nuestro de cada día.
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¿Por qué, sin embargo, concentrar esta columna en la selección? A raíz de una escandalosa nueva restricción que se ha dado a conocer para los hinchas chilenos, concretamente a propósito del próximo partido contra Argentina. Si bien hace tiempo que se entregan tickets de “cortesía” a los distintos sponsors, esta vez la ANFP fue aún más lejos. Del total de 2.800 entradas disponibles, 1.200 de ellas se entregarán a auspiciadores y a “compras que realizarán los clubes, jugadores, exjugadores, técnicos y dirigentes”, mientras que las 1.600 restantes se entregaron en su totalidad a agencias de viajes para venta de paquetes turísticos.
Ya no solo debemos lidiar con entradas que van desde los 32mil a los 144mil pesos. Si queremos alentar al equipo de “todos”, debemos comprar un paquete turístico que incluye pasajes y alojamiento a precios muy superiores a los que podemos conseguir por nuestra cuenta. ¿Chilenos que estudian o trabajan en Buenos Aires? ¿Hinchas individuales o en grupo que pretendían ir al partido por sus propios medios? Bien gracias.
Hoy en día todos pedimos un país con mayor democracia. Por lo mismo, no debemos olvidar que es de suma importancia democratizar la actividad que más amamos, fortaleciendo y no debilitando el acceso para practicar y asistir a eventos deportivos. Ir al estadio no puede seguir siendo privilegios de unos pocos, ni mucho menos un negocio de quienes no le aportan nada a la actividad, como es el caso de las agencias de viaje. La década dorada de la selección chilena dentro de la cancha también debe dejar de ser una década gris fuera de ella.