Cuenta la historia del Necaxa que en la década del ’30 el equipo fue conocido como Los Once Hermanos, ya que dominó el fútbol mexicano con un cuadro que jugaba de memoria, con los ojos cerrados. Hoy está lejos de eso, pues ha tenido un comienzo complicado en el actual Torneo de Clausura, con siete puntos en igual cantidad de fechas, aunque ahora son cinco “hermanos”, esta vez de sangre, la chilena, quienes quieren sacar adelante a Los Rayos.
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“Ha sido un arranque difícil, pero esperamos repuntar”, avisa Luis Felipe Gallegos, el primero que llegó al elenco de Aguascalientes, donde después arribaron Marcos González, Manuel Iturra, Edson Puch y Nicolás Maturana, en ese orden. “Es extraño, nunca había habido tantos chilenos afuera en un mismo club. Es divertido, porque en el camarín nos molestan por los “cachai” y todas nuestras palabras. Además, somos todos de la U y nos conocemos de antes, así que es bacán”, complementa el Pipe.
“Falta la camiseta azul nomás”, bromea el ex Union Berlin y Recreativo Huelva, que reconoce que el ítem “Universidad de Chile” es tema de conversación frecuente entre ellos: “A veces hablamos de los partidos que jugamos allá, de las anécdotas que pasamos, y nos morimos de risa”.
Visto a la distancia, ¿qué le pasa al Chuncho? “Es cosa de tener paciencia, porque hay buenos jugadores y un buen técnico, así que tienen que tirar pa’ arriba”, advierte el nacido en Copiapó, que en el futuro -lejano- pretende regresar al balompié nacional: “Obviamente me gustaría volver, a la institución que me abra las puertas, aunque antes quiero seguir años aquí, porque es una liga muy competitiva”.
Hermanos de religión
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Aunque dentro de la institución conviven todos los chilenos, fuera de ella son tres los que más se juntan: Gallegos, González y Maturana. Los dos primeros comparten la religión evangélica, mientras que al tercero están intentando sumarlo.
“Con Marco compartimos la Escritura, la Biblia, y a Nicolás estamos tratando de ayudarlo, está en proceso”, cuenta el Pipe. “Con Manuel y Edson la relación se da más en el club, entrenando. Ellos tienen sus grupos de amigos aparte”, agrega.
Al recién llegado, zurdo igual que él, lo conoce desde sus inicios, por lo que fue el encargado de acogerlo. “Con el Nico vivimos juntos en la pensión de la U y fuimos compañeros en las cadetes, así que lo recibí yo”, explica el copiapino.
“Salimos con las familias, de repente vamos al cine o a comer, y hacemos un asadito de vez en cuando. Tratamos de juntarnos mucho, para que nuestras mujeres también se vayan conociendo”, narra Luis Felipe, el “mayor” de esta fraternidad nacional. No por su edad (25), sino por su trayectoria en el Necaxa, donde ya es uno de los referentes, pues fue clave en la campaña del ascenso.
“Los Once Hermanos era un equipo al que no le ganaba nadie”, cierra Gallegos. De sangre -chilena y azul- o de fe, estos cinco «hermanos» criollos están escribiendo su propia historia en el Necaxa, la de la Quinta del Bulla.