No, no es que crea que Soteldo es mejor que Messi y que Rondón es más peligroso que Higuaín, pero considerando las circunstancias, me tiene más preocupado el partido ante Venezuela que el de Argentina. Sí, tengo claro que la Albiceleste es una potencia y que más encima jugamos en Buenos Aires, y tampoco me olvido de que los llaneros están eliminados y que los enfrentamos en Santiago.
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Lo que pasa es que a estas alturas hay que concentrarse en los fríos números, ésos que dicen que ganando los tres que quedan en casa nos aseguramos un pasaje hacia la helada Rusia. Y ahí radica mi inquietud: que en estas Clasificatorias, cada encuentro en tierra nacional ha sido un verdadero parto.
Sacando el sólido 2-0 sobre Brasil en el debut, con el vuelito de la primera Copa América en nuestras vitrinas, lo hemos pasado mal, ya sea en Ñuñoa o en Macul. Después, apenas empatamos 1-1 con Colombia, perdimos 2-1 a manos de los transandinos y no pasamos del 0-0 frente a Bolivia, previo a que la FIFA empezara a enmendar nuestra ruta mundialista.
Y no hay que olvidarse de que ese camino lo siguieron pavimentando las individualidades, porque si Vidal no inventa ese gol agónico a Perú y Alexis no se destapa con ese doblete a Uruguay -tras un primer tiempo en el que pudimos irnos 3-0 abajo-, estaríamos hablando de Eliminatorias. La jerarquía de los cracks, la suerte y hasta Zurich, como nunca antes, han estado de nuestro lado.
Por eso, teniendo en cuenta las bajas por lesión (Marcelo Díaz) y suspensión (Rey Arturo), y los que llegan “tocados” del fin de semana (Sánchez, Medel y Vargas), no me desagradaría que Pizzi guardara fichas en el Monumental de River y apostara todas en el de Colo Colo. Para que anote los que están en capilla, como para pensar bien la oncena a parar este jueves: Isla, Roco, Jara, Gutiérrez, Bravo y Castillo, además del Niño Maravilla y el Edu.
Quizá sea la ocasión perfecta para darles la gran oportunidad a los actores secundarios en un duelo de verdad, para que luego, el martes que viene, los protagonistas cumplan su papel y den uno de los tres pasos que faltan para destapar el vodka, contra una Vinotinto que no tiene nada que perder, siempre un arma de doble filo. Si robamos algún sorbito de fernet, será de yapa.