Una noche con sabor totalmente amargo fue la que dejó la derrota de la Roja en el barrio de Núñez, Buenos Aires. El inoxidable axioma de «jugamos como nunca y perdimos como siempre” cae de cajón tras lo exhibido por la selección de Pizzi en el estadio Monumental.
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Chile dominó, neutralizó al rival y e hizo ver a Lionel Messi como un jugador de la media, invisibilizando al fenómeno que da que hablar todos los fines de semana en Barcelona, aunque enfrente, los de Pizzi tuvieron a un equipo albiceleste que sigue en caída libre.
Pese a la digna batalla que dio la Roja en la capital argentina, el trámite dejó ganadores y perdedores. De los catorce jugadores que vieron acción en el Monumental, los más damnificados fueron José Pedro Fuenzalida y Pedro Pablo Hernández.
Chapita tuvo una noche para el olvido. Cometió el penal que significó el gol de la derrota y no aprovechó su velocidad en ataque para generar peligro en la defensa argentina pese a un inicio muy activo.
Por su parte el Tucu, que tuvo la difícil misión de reemplazar a Arturo Vidal, fue uno de los más bajos. Falló en las asistencias, perdió balones ante la marca transandina, estando lejos de ser el creador que se esperaba. Cada vez que se retrasó, la Roja perdió juego.
Pese al traspié hubo nombres para rescatar: Charles Aránguiz, Claudio Bravo, Jorge Valdivia y Alexis Sánchez.
El Príncipe, que ha sumado pocos minutos en Alemania, mostró un gran nivel. Se cansó de correr, perseguir rivales y eso le costó terminar acalambrado. El capitán en tanto, que llegó a Buenos Aires, en el momento más bajo de su carrera, tuvo un buen desempeño cuando se le necesitó.
Finalmente, las actuaciones del Mago, que volvió a las convocatorias, y del tocopillano, que siempre se vio activo, fueron otros dos elementos a rescatar de la amarga noche bonaerense.