Por: José Miguel Sanhueza (@albohemio)
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Colo Colo de todos (@colocolodetodos)
Abril no es cualquier mes para los colocolinos. Es el mes de nuestro aniversario, aquel que nos recuerda la maravillosa locura que un puñado de normalistas rebeldes emprendieron en aquel año 1925. Encabezados por David Arellano y sus ideas de dignificación y profesionalización del deporte chileno, se aburrieron de ser pisoteados y relegados y se dieron a la hermosa tarea de fundar algo nuevo: el Club Social y Deportivo Colo Colo. La organización social más grande, importante y convocante de Chile hasta nuestros días.
Lamentablemente, los primeros días de este mes de abril no han estado a la altura de aquella historia en lo deportivo. Hemos perdido terreno en un Campeonato Nacional que hasta hace algunas fechas parecía mucho más encaminado de lo que lo vemos hoy. Campeonato Nacional que tratándose de Colo Colo siempre representa una obligación, pero que para muchos en este año en particular se ha hecho aún más imperativo luego de la aún dolorosa caída frente a Botafogo en nuestra efímera participación en la actual edición de la Copa Libertadores de América.
En la cancha, el mes comenzó con una dura derrota frente a un Deportes Iquique comandado por un histórico de nuestro Club como lo es el Pillo Vera. El pequeño recinto de Cavancha fue testigo de cómo los indudables méritos deportivos de un muy buen trabajado conjunto celeste se vieron acompañados de una fatal combinación de experimentos tácticos que no dieron resultados, bajos rendimientos individuales, y errores decisivos en momentos críticos que a la larga acabaron inclinando la balanza del partido y, con ello, costándonos la punta del campeonato.
El llamado “Superclásico” representaba una linda oportunidad para lavar las heridas, en un partido en que desde siempre, y muy especialmente en los últimos años, nos hemos acostumbrado a las alegrías.
Esta vez, sin embargo, fue mucho más adverso y sufrido. Nos tocó recibir un primer gol tras una segunda pelota bien manejada por el conjunto azul, cuando habíamos comenzado a mejorar luego de unos muy malos primeros minutos. Y ni hablar del segundo, absolutamente fuera del contexto en que se desenvolvía el partido (donde ninguno de los dos equipos llegaba con claridad), fruto de un error gigantesco del portero Garcés que lamentablemente se ha comenzado a volver costumbre.
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Pero cabe también rescatar lo positivo. Colo Colo tuvo el carácter y aplomo para volver a levantarse como nuestra mística lo exige, sabiendo remar de atrás en momentos complicados, especialmente luego del segundo gol, que no pocos temimos que pudiese representar un mazazo psicológico simplemente abrumador.
Párrafo aparte para quizás lo más rescatable que haya tenido este mes de abril en lo deportivo: el regreso de Octavio Rivero. Tras un año marcado por las lesiones y otros problemas, hemos vuelto a ver al ariete uruguayo que conocíamos del semestre pasado. La actitud y el empuje demostrados se han visto también reflejados en el marcador. Hubiese sido un maravilloso premio aquel tercer gol en los descuentos que a todos nos quedó dando vueltas y nos arruinó el fin de semana. Solo queda esperar que aquellos dos puntos no sean decisivos al final de este viaje. Y no dejar por ello de valorar el gran partido del uruguayo y esperar que siga así.
El escenario sin embargo sigue adverso. Más allá de las cosas que se pueden rescatar, el balance en lo deportivo es a todas luces preocupante. Ya se han juntado tres partidos seguidos sin ganar, que sepultan la tesis de que «el campeonato nacional se gana caminando» y nos dejan en un escenario donde al menos 5 equipos disputan codo a codo el campeonato.
Pero de levantar situaciones difíciles está hecha la historia de Colo Colo. En estas situaciones es donde el coraje de nuestros fundadores adquiere más pleno sentido. Aquellos rebeldes que no se entregaron a la tentación de agachar el moño en Magallanes o irse cada uno por separado a otros clubes, y persistieron en la hermosa locura de crear un Club nuevo, ese club que rápidamente se convertiría en “el Equipo Invencible” de aquellos años, y se grabaría a fuego en el corazón y en la piel de Chile para nunca más salir de allí.
Con esa mística es que debemos reencontrarnos tanto dentro como fuera de la cancha. Fuera de ella nos encontramos los socios e hinchas dando la pelea frente a una concesionaria empeñada en matar al Club Social y Deportivo Colo Colo, al tiempo que alimenta especulaciones mediáticas respecto a supuestos inversionistas chinos con el fin de tapar su pésima gestión deportiva, social, económica e institucional, y de pasadita aumentar artificialmente el precio de sus acciones para que algún controlador se pueda pegar una buena “pasada” por la bolsa.
Mientras la concesionaria se empeña en destruir todo lo que ha hecho grande a nuestra institución, el Club muestra día a día su vitalidad a través del trabajo de sus socios, sus escuelas y ramas deportivas, sus filiales a lo largo del país, sus actividades deportivas, sociales y culturales, que cobran especial relevancia en el mes de abril pero que se replican a lo largo de todo el año. Todo ello da cuenta de que el Club que fundaron los hermanos Arellano y sus compañeros en el Estadio El Llano, y no unos especuladores en una gris oficina de Larraín Vial, está más vivo que nunca.