Columna: Un juguete llamado Colo Colo

El manejo de Mosa en Blanco y Negro ha dejado mucho que desear. Sus frases desafortunadas y los números lo corroboran.

Me imagino a Mosa, cuando joven, jugando al FIFA Soccer Manager en Puerto Montt, eligiendo a Colo Colo para manejarlo a su pinta. Al darse cuenta de que los números no daban, lo reiniciaba y partía de cero.

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De un día para otro, se encontró dirigiendo al club de verdad. Y como en la realidad el control lo tienen varios, cada tanto sale con una “burrada” que desestabiliza al cuadro más importante de Chile.

Que la política está ligada a la pelotita, qué duda cabe. Si no lo cree así, le recomiendo el libro “Fútbol contra el enemigo”, donde se describe la inevitable relación entre ambos ámbitos de poder.

Pero de ahí a usar esto como argumento barato para ganar una elección, me parece hipócrita, sobre todo si viene de un hombre como Don Aníbal, que llegó a la presidencia de Blanco y Negro con los votos de Vial y Levy. El Popular es transversal.

Al hincha le interesa que su equipo gane títulos e idealmente juegue bonito. Me cuesta pensar que el puertomontino no celebró el tetracampeonato porque estaba Ruiz-Tagle al mando de la concesionaria.

El fanático también pretende que la institución esté bien administrada, para poder contar con un plantel competitivo, no que se les entreguen comisiones desproporcionadas o prebendas fuera de lugar a los que se pasean por el Monumental, cuando no debiesen estar ahí. Y que se cuiden los balances, porque si no era por la venta de Beausejour a la U, el ejercicio 2016 habría sido aún más negativo de lo que fue.

Si Mosa padre fue “un taxista que se sacó la cresta trabajando 14 horas diarias por 40 años”, el hijo debería tener claro lo que cuesta ganarse la plata. Por eso, las renovaciones de contrato a largo plazo deben ser analizadas en profundidad, no prestarse para rabietas, para después no andar pagando indemnizaciones millonarias.

Ya tuvimos una pésima experiencia, recién nomás, con un Jadue que intentó transformar la actividad en una lucha de clases para no sentirse menos, y mire cómo terminó. Los egos déjenlos afuera.

Lo que quiere el “pueblo” es que se dejen de joder de una vez por todas y hagan las cosas bien. Más allá de si el joystick lo manejan con la mano derecha o la izquierda.

Game Over.

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