Por: Rodrigo Leiva – Asamblea de Hinchas Azules
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En el día en que conmemoramos a gran parte de las trabajadoras y trabajadores a lo largo de todo el mundo, debido a la artera y cruel matanza de trabajadores de la fábrica maquinaria agrícola Mc Cormick perteneciente a Chicago el año 1886, por el sólo hecho de hacer exigible una de las demandas estipuladas el día 17 de octubre del año 1884 en el cuarto congreso de la Federación Estadounidense del Trabajo.
Esta petición consistía en obligar a los empleadores que desde el primero de mayo del año 1886, estos debían respetar una jornada laboral de 8 horas, y de esta forma permitir que sus trabajadores tuvieran una vida compuesta por un triple 8, esto es, tener 8 horas de descanso, 8 horas de vida personal y 8 horas de trabajo (algo mínimo que ni aún, en el día de hoy se cumple).
Hago extensible este saludo a la mayoría de los hinchas del Fútbol de todo el mundo en esta fecha conmemorativa, (más específicamente a los hinchas Azules obviamente), debido a que las circunstancias que nos toca vivir a unos como a otros, tanto en los aspectos positivos como negativos se asemejan de sobremanera si se analizan en detalle.
Comienzo por exponer el repudiable y condenable trato que sufren por cierta parte de la sociedad las y los trabajadores que desempeñan labores no profesionales, de baja remuneración o las que consisten en realizar actividades que la mayoría de la población rechaza en realizar por factores de higiene o de considerarlas lisa y llanamente como “básicas”. Pensemos en un momento en el trato que reciben las personas encargadas de realizar el aseo y limpieza en alguna oficina ya sea de una institución pública o privada de nuestro país; este se enmarca primero que todo en una indiferencia absoluta (propia de una sociedad individualista y clasista en la que vivimos en la actualidad), marcado por un saludo (si es que lo hay), frío y cínico que reciben de los oficinistas y de los altos cargos, como si no fuesen personas o como si tuvieran algún tipo de enfermedad. En el mismo sentido se refleja este indigno trato, al no invitar a estas y estos trabajadores a las actividades recreativas, fiestas o celebraciones de las instituciones correspondientes como si no fueran parte al igual que los otros trabajadores del mismo lugar de trabajo, como si no tuvieran los mismos derechos y la misma dignidad.
Me gustaría saber que haría este sector de la sociedad si no existiesen nobles personas dispuestas a ejercer labores que radican en limpiar sus escritorios, sus pisos, sus baños, que haría este grupo de la comunidad si no existiesen personas que recogiesen los desechos de sus casas, si no hubiesen personas que cuidasen de sus hijas o hijos (y por un miseria de remuneración en la mayoría de los casos), no harían nada, porque estas y otras labores son de la misma importancia y valor que las que ejercen un Doctor o un Abogado, y entender esto es clave para poder aspirar algún día a tener una comunidad más justa y armónica en su diario funcionamiento.
Esta misma discriminación arbitraria y estúpida que se produce en el mundo de los trabajadores, se vive con los hinchas del fútbol de acuerdo a sus ingresos económicos, lo anterior dicho se refleja claramente en el trato que recibimos por el sólo hecho de ingresar al estadio por la localidad más barata, produciendo de manera automática en el actuar de las fuerzas de “orden público”, el uso de la violencia indiscriminada, de la prepotencia, de actos vejatorios y provocativos, sucediendo estos no sólo en los ingresos y salidas del estadio, sino que también durante el desarrollo del partido (como ocurrió en Brasil hace un mes), utilizando el más mínimo desorden (si es que existiese) como justificativo para ejercer con impunidad la más brutal represión ante cualquier persona que se cruce en su camino. De la misma forma gran parte de la prensa se encarga de criminalizar a todas las personas que acudimos a las galerías, en cambio no hacen lo mismo con las personas que asisten a las localidades más caras de los recintos deportivos, sabiendo que gran parte de la delincuencia nacional ( y la que más dinero ha robado a lo largo de la historia), se encuentra sentadita precisamente en esos sectores, seguramente no lo hacen debido a que trabajan para ellos o para algún amigo de ellos.
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Y yo me pregunto, ¿que sería del Fútbol si no existiese la pasión, la alegría, la creatividad, el folclor etc, que los hinchas de las galerías de todo el mundo le han dado a este deporte a lo largo de su historia?
Si bien la causa de origen de uno y otro no es la misma, el ejercicio de ambos roles a lo largo del tiempo se asimilan de una manera sorprendente. El mismo esmero que entregan las y los trabajadores en el desempeño de sus funciones (que comprenden no tan sólo el eficaz cumplimiento de estas, sino que realizarlas en condiciones inhumanas en la mayoría de los casos, soportando condiciones precarias de seguridad, largos viajes en un sistema de transporte público humillante, el no poder estar con los seres queridos en gran parte del día, remuneraciones indignas en relación al costo de la vida), es el mismo que entregan las y los hinchas por sus respectivos equipos, que no sólo consiste en ir cada vez que se pueda y que no se pueda a la cancha respectiva dentro o fuera del país ( efectuando largos viajes, pagando altos costos por concepto de entradas y estadía, teniendo que soportar filas eternas para comprar el soñado boleto), sino que implica algo más, llevar una vida entregada a tu Club amado, sabiendo las historias de vida de casi la totalidad de los “gladiadores” y de los no tan “gladiadores”, que defendieron algún día tu amado escudo, de saber gran parte de las estadísticas de toda la historia, de saber y andar cantando hasta de manera inconsciente los cánticos que le dan ritmo a ese sentimiento único.
Para concluir, que lindo sería que ambos mundos fueran defendidos y representados como se merecen, esto es que gran parte de las y los trabajadores de nuestro país tengan el derecho de estar representados por Sindicatos fuertes y dotados de herramientas de peso y de esta forma negociar con el respectivo empleador de manera igualitaria y así poder conseguir mejoras ostensibles en la vida de los trabajadores, tanto desde el punto de sus remuneraciones, condiciones de seguridad, jornada laboral etc. Y al mismo tiempo que los hinchas, por medio de asambleas u otros mecanismos puedan recuperar el derecho que nos pertenece por esencia, de poder escoger por medio de elecciones democráticas a las personas que dirigirán a nuestros respectivos clubes, exigiendo de la misma forma la activa participación como socios para de una vez por todas recuperar la mística, y devolverla a la formación de nuestras futuras generaciones.