Antes de que arrancara la Copa Confederaciones, cuando Pizzi recién había dado la prenómina de 30, me la jugué por tres oncenas diferentes para la fase de grupos: con Fuenzalida ante Camerún, con Hernández contra Alemania y con Castillo frente a Australia (ver «Columna: El 11 de la Generación Dorada»). Después se confirmó la baja del Nico, luego la de Mora y para el puesto de “9” pasamos a depender exclusivamente de la inspiración de Vargas.
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Pero bueno, la primera ronda, con sus altos y bajos, ya es historia y si todos están físicamente disponibles, los 10 de siempre tendrían que jugar la semi: Bravo; Isla, Medel, Jara, Beausejour; Díaz, Aránguiz, Vidal; Sánchez y Edu. Y entonces, la discusión habitual: ¿Quién se ganó la última camiseta de titular?
Para mí, por goleada, el nacido en Tucumán. Resistido por muchos, porque la vara que dejan los estelares de la Generación Dorada es muy alta, fue fundamental en el empate con los alemanes, partido donde tácticamente había que ganar la mitad de la cancha.
Y con Portugal enfrente, el escenario asoma similar, con la diferencia de que al otro lado estará Cristiano. Como hoy en día resulta misión casi imposible anular al crack del Real Madrid, hay que evitar que sus compañeros lo abastezcan y ahí Pedro Pablo pasa a ser una pieza clave.
Con Charles jugando con la reserva que le queda y Carepato en las mismas -por algo Macanudo lo guardó el domingo-, la presencia del argentino nacionalizado es vital. No sólo porque les da aire a los dos pulmones de la Roja, que se han llevado el peso del mediocampo durante años, sino también porque permite la liberación del Rey, que en un equipo sin habilitador determinado, necesita de él más arriba para generar juego con Alexis.
Cuando el volante del Bayern debe desgastarse en exceso en la contención, el delantero del Arsenal queda huérfano en la creación y tiene que sacarse a dos o tres rivales de encima para recién levantar la cabeza y ver dónde está Turboman. Ni hablar del potencial aéreo de Arturo, arma letal cerca del área contraria, recurso sobreexplotado ante los australianos.
“Mascherano y 10 más”, lanzó Maradona en su momento, cuando era el DT de Argentina, para resaltar la importancia del Jefecito en su escuadra. El Tucu, con la “10” en la espalda, es mi jugador número “11” para dejar en el camino a Ronaldo y compañía.