La niñez se Sebastián Varas tenía forma de pelota. En la ciudad de Viña del Mar el pequeño sólo pensaba en fútbol y en su amado Everton, club donde daba sus primeros pasos rumbo al profesionalismo, sin embargo, las cosas del destino lo hicieron descubrir en la hípica un nuevo mundo que se tomó su corazón poniendo una fusta al lado del balón.
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Todo ocurrió de repente y casi como una imposición según cuenta a Publimetro el actual goleador de Ñublense de Chillán: «Mis papás iban al Valparaíso Sporting a disfrutar con amigos pero a mí no me gustaba ir al principio, porque tenía entrenamientos o a veces me gustaba quedarme a jugar en el colegio. Un día me castigaron y me llevaron, de ahí no pare más, me conquistó la actividad», relata de sus inicios cuando apenas superaba los 10 años de edad.
El delantero conoció un mundo nuevo junto a su mejor amigo de la infancia: «Iba con mi amigo el Michel y su tío, Carlos Silva, que cuidaba caballos y ahí me quedaba toda la mañana mirando, le agarramos cariño y al final estábamos todos los días», relata de sus ganas por hacer de esta afición algo más serio y lograr ser propietario, lo que logró apenas tuvo el dinero necesario. Claro, porque durante esos años se movía con propiedad por el recinto, aunque siempre con una espina que no lo dejaba tranquilo, ver los stud con colores de Santiago Wanderers, sin poder ganarles el clásico en las pistas. Tiempo después Varas vivió el triunfo de caballos como «Frigobar», «Esclavo de Tí», «Robavarte» bajo otros escudos.
«Los colores nacen por los tres equipos que me han marcado, el azul de Everton (el club donde nací), el amarillo por San Luis (el equipo que me abrió las puertas cuando estuve mal y con el que obtuve mi único título profesional) y el rojo de Ñublense (que me ha dado todo, todas las alegrías que tengo ahora último son gracias al club), lo hice para honrarlos, siempre privilegiando en el diseño al Everton que es el equipo que soy hincha», señala emocionado con poder jugar el clásico de la quinta región en las pistas con el stud que fundó junto a otro futbolista, Nicolás Peñailillo, y su hermano en 2016.
De todas formas, la relación con los demás propietarios es buena: «El dueño de muchos caballos que tiene mi preparador es wanderino total, por ejemplo. Tiene los colores y todo, por eso tenemos rivalidad, jugamos el clásico ahí, pero en realidad todos te apoyan en la actividad. Cuando ganamos me llamaron varios preparadores que estaban contentos».
El esperado triunfo de la mano de «Esclava de Tí»
El Stud Tatán Varas M. se forjó en medio de una concentración ruletera, justo cuando el club vivía una racha negativa, como lo cuenta el protagonista: «Veníamos súper mal, no podíamos ganar. Se me ocurrió decirle a los chiquillos que fuéramos a almorzar al Sporting, pensando que a lo mejor era la cábala para romper la racha. Fue el Nico (Peñailillo), los mexicanos, Braian Rodríguez, (Maximiliano) Cerato, ‘Chano’ Velásquez. Todos agarraron papa, pero fue el Nico quien prendió más y ahora los caballos los tenemos en conjunto», relata.
La dupla hizo realidad el sueño y anotó una victoria sorprendente el pasado 17 de agosto, lo que los ilusiona y abre la posibilidad de seguir mejorando, por qué no, con la idea de ver a sus potrillos compitiendo con la elite de la hípica nacional en el Hipódromo Chile y el Club Hípico de Santiago.
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Del momento sagrado del triunfo de «Esclava de Tí», pagando un dividendo de 70 pesos, Varas desclasifica una anécdota que cambió el destino del naciente equipo hípico: «Le dije al preparador en la mañana:
-Si la yeguita no llega hoy día, tengo pensado traérmela a Concepción porque estoy más cerca para poder verla.
El preparador responde resignado: -bueno eso lo ves tú, eres el dueño y tienes que decidir las cosas que hacer, uno le pone empeño.
– Lo único que te voy a pedir es que si la yegua puede venir adelante que lo haga, le dije. Cuando estaba en Viña y la veía trabajar, cuando competía al lado de otros caballos se veía que quería ganar, ahí notábamos que tenía corazón. Finalmente en la carrera la trajeron adelante y no la pararon más. Desperté con esa tincada y fue así. Fue un momento muy bonito y diferente porque ver tus colores es completamente diferente, otra cosa», finalizó.