El Gráfico Chile

El hombre detrás del mito que busca una medalla para Chile

Ricardo D’Angelo fue el entrenador de Vanderlei Cordeiro de Lima, maratonista que en Atenas 2004 conmovió al mundo cuando perdió la posibilidad de ganar el oro, luego de que un ex sacerdote irlandés lo empujara en el kilómetro 36. Como asesor de la Corporación Maratón de Santiago, el coach brasileño trabaja con un grupo de atletas nacionales de cara a Tokio 2020 y París 2024.

(ODD ANDERSEN/AFP)

Ricardo D’Angelo es una eminencia del atletismo mundial. Entrenador jefe de Brasil en Río 2016, desde 1992 fue el coach de Vanderlei Cordeiro de Lima, maratonista que en Atenas 2004 conmovió al planeta cuando perdió la posibilidad de ganar el oro, luego de que un ex sacerdote irlandés lo empujara en el kilómetro 36. El deportista, que finalmente se colgó el bronce, perdonó a su agresor y 12 años después, en los recientes Juegos Olímpicos, fue premiado con el honor de encender el pebetero en la inauguración, en el mismísimo Maracaná.

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Desde el 2015, su técnico viene mínimo dos veces al año a nuestro país como asesor de la Corporación Maratón de Santiago, en un proyecto que apoya a atletas de fondo y mediofondo de cara a Tokio 2020 y París 2024. A continuación, su diagnóstico sobre la actividad criolla y los recuerdos de su pupilo más famoso, con quien sigue trabajando en su fundación.

 

¿Cómo recuerdas ese hecho que dio la vuelta al mundo?
Fue un trauma muy grande, pero la respuesta de Vanderlei fue muy buena. Volvió a correr, ganó el bronce y después fue premiado con la medalla Pierre de Coubertin al verdadero espíritu olímpico. El año pasado, cuando fue escogido para encender el pebetero, me dijo “Ricardo, gané mi oro aquí”.

¿Cómo fueron esas horas previas a encender el pebetero?
Él no supo nada hasta el mediodía. Se especulaba con que sería Pelé, pero él ya no camina bien y además había problemas comerciales. Llegó al Maracaná y le dijeron “usted va a ser el hombre”. Fue una felicidad muy grande, no lo creía. Fue un gran reconocimiento, porque sólo 31 personas en la historia del deporte han tenido esa oportunidad.

Con todo el reconocimiento que vino después, ¿igual hubiesen preferido el oro?
Sí, la medalla de oro era lo que queríamos, pero pasó lo que pasó y él es mucho más reconocido que si hubiese ganado. Las personas no recuerdan quién ganó con lo que pasó con él, porque fue muy fuerte.

Hablando de medallas, ¿qué diagnóstico haces de los atletas nacionales? ¿Hay alguno con potencial para llegar lejos?
Es muy difícil hablar sobre el futuro en el deporte. Un chico puede tener potencial, por sus marcas y su naturaleza, pero pasan muchas cosas en un ciclo de cuatro años, es complicado decir “éste va a ser bueno”, aunque presente muchos aspectos que contribuyan al desarrollo físico y mental para llegar al alto rendimiento. Nuestra tarea es identificar estos potenciales y crear las condiciones para que se desarrollen, pero no sabemos qué pasará. Algunos se retiran porque tienen que trabajar y otros por sus familias. Chile busca medallas y Brasil también, pero hay que tener mucha paciencia, porque es un trabajo que demanda mucho tiempo.

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¿Hay algún atleta chileno con ese potencial del que hablas?
Tenemos un buen grupo de trabajo, por ejemplo, con Víctor Aravena, bronce en los Panamericanos de Toronto 2015 en los 5.000 metros. Se había cambiado al maratón y se lesionó para los Juegos Olímpicos del año pasado, pero ahora se está readaptando para volver a la pista, que nosotros pensamos que es lo mejor. Carlos Díaz es recordman chileno de 1.500 y tiene muchas posibilidades de mejora, porque es joven. También está Matías Silva, que está empezando a hacer 10.000. Tenemos un conjunto pequeño, pero de gran potencial.

¿El hecho de que Chile vaya a organizar los Panamericanos del 2023 puede marcar un despegue de la actividad?
Es importante, aunque el mismo Aravena me contó que para los Suramericanos del 2014, aquí en Santiago, hubo una movilización del pueblo, pero que se perdió en estos tres años. Por ejemplo, nosotros tuvimos los Panamericanos de Río 2007, el Mundial del 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016, y yo te aseguro que la contribución para la cultura deportiva brasileña no fue buena. El legado, esto es, que la población tenga claro que el deporte, con sus valores, es clave para el desarrollo de la sociedad, hasta ahora no pasó en Brasil. Hacer estos eventos en Chile es bueno, pero tiene que haber un trabajo del Comité Olímpico, de las federaciones, de los entrenadores y de los atletas, de todos, para que la gente entienda el verdadero aporte.

¿El running ayuda en este proceso?
Sí, pero es un tipo diferente de abordarlo. Los runners están pensando en salud, calidad de vida y redes, aunque podría haber una aproximación de ellos con las federaciones, que en Brasil no lo hay y no sé acá, para que haya una integración y así aprovechar este movimiento para la formación de nuevos atletas. Estamos viviendo un boom y esto podría ser bueno para el deporte.

Una medalla hoy día es una quimera

El dopaje y la corrupción

 

Acá en Chile se están destapando cada vez más casos de dopaje. ¿Se puede frenar o siempre los tramposos irán un paso adelante?
Esto pasa en todo el mundo. Hay que aumentar los controles en competencia y fuera de ella también. Los resultados del Mundial de Londres ya fueron un poco mejores. Hay que combatirlo trabajando limpio, con métodos de control adelantados, pensando en que en algún momento seremos más expertos.

¿Cómo le cayó el escándalo de corrupción de Río 2016 que tiene a Carlos Nuzman, presidente del Comité Olímpico de Brasil y organizador de los Juegos, detenido?
Como dicen los memes, éste es el legado que Río 2016 y Nuzman le dejaron a Brasil. Los culpables tienen que pagar. Es muy lamentable, porque tuvimos una buenísima oportunidad para mostrarnos al mundo. Los Juegos fueron muy buenos, pero el post no. Cuando estamos entrenando, no podemos creer que tanto dinero haya sido tirado, ya que podría haber sido un aporte para la preparación y la construcción de un deporte mejor.

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