Por: José Miguel Sanhueza (@albohemio)
Colo Colo de Todos (@colocolodetodos)
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El golpe de ver a Chile fuera del próximo Mundial de Rusia no ha sido completamente asimilado, el duelo continúa y probablemente no se pase en un buen rato. Incluso para quienes no vibran tanto con la Roja, ver a parte importante la columna vertebral de esta selección nos remitía a sus primeras experiencias en aquel gran Colo Colo del tetracampeonato 2006-2007.
Esta generación sin duda alguna se merecía un mejor cierre que esta abrupta eliminación, y mucho mejor que el posterior desfile conventillero que ha rodeado los días posteriores. Un desfile en que han pasado coladas las responsabilidades dirigenciales, particularmente la figura de Arturo Salah, quien encabezó la apuesta de simplemente administrar el «vuelito» de la Generación Dorada sin trabajar para agregarle valor desde la competencia local y/o desde el fútbol joven, y que por enésima vez en su historia aparece como conductor de un «proceso» fracasado.
Pero toca volver «a lo nuestro», como decía don Julio Martínez cada vez que del fútbol de selecciones volvíamos a nuestra realidad cotidiana. Y «lo nuestro» son muchas cosas, con sus virtudes y sus miserias.
Es nuestro campeonato local, del que por cierto hace rato no sale un equipo competitivo a nivel internacional que permita pensar en sentar las bases para un nuevo ciclo de éxitos de la Selección chilena. Pero es también, específicamente, la edición Transición 2017 de este campeonato, una versión que de un momento a otro se volvió particularmente competitiva. Los de arriba se fueron enredando, los que veníamos remando de más atrás nos fuimos acercando, y así de pronto nuestro Cacique se logró por fin encontrar con la opción concreta de tomar la punta del campeonato.
Nuestro es también es el Estadio Monumental David Arellano lleno, como siempre debiera estarlo. Ratificando lo que nos dejó el partido con San Luis de Quillota, quedan demostrados los beneficios de hacerse cargo del arraigo popular del Club y premiar también la fidelidad y compromiso del hincha con la institución, a través de precios populares y descuentos a los Socios del Club Social y Deportivo. Las 40 mil almas que repletamos el Monumental nada tienen que ver con las muy minoritarias, más no por ello menos repudiables, agresiones en el Metro a hinchas de Wanderers. Cabe esperar, sin embargo, que se vengan nuevas medidas más preocupadas de complicarle la vida al hincha de a pie que va al estadio que en efectivamente combatir la violencia desde sus cimientos, como ha sido la tónica del plan «Estadio Seguro» todos estos años.
«Nuestro es también es el Estadio Monumental David Arellano lleno, como siempre debiera estarlo. Ratificando lo que nos dejó el partido con San Luis de Quillota, quedan demostrados los beneficios de hacerse cargo del arraigo popular del Club y premiar también la fidelidad y compromiso del hincha con la institución, a través de precios populares y descuentos a los Socios del Club Social y Deportivo».
Nuestra también hemos hecho la reivindicación del pueblo mapuche. Los recientes comunicados del Club Social y Deportivo, junto con las expresiones a través de lienzos y cánticos por todo el estadio, representan acciones que no cabe sino valorar y promover. Y es que Colo Colo históricamente ha sido un fenómeno social que trasciende con mucho el campo de juego, y siempre será preferible un Colo Colo vital, donde las fuerzas vivas de la sociedad chilena se expresen, que uno aséptico y apagado bajo un silencio cómplice disfrazado de «neutralidad».
Y sobre todo, históricamente, lo «nuestro» había sido saber ganar. Por distintas razones esto lo habíamos extraviado y lo estamos comenzando a recuperar de a poco. Sin lucir tanto quizás, incluso complicándonos en el primer tiempo con la presión alta que Wanderers logró sostener hasta que se cansó. Con un planteamiento inicial con muy escaso volumen ofensivo, pero que fue enmendado a tiempo con cambios que permitieron corregir el rumbo y aportar positivamente al resultado final –tanto Morales como Araya y Maturana ingresaron de muy buena manera-. Y bueno, con un Esteban Efraín Paredes Quintanilla que incluso en una jornada poco inspirada, muy impreciso y aun con el desgaste del viaje con la selección, logra abrir la llave del triunfo en la primera pelota que le queda y más encima con su pierna menos hábil. Qué puede ser más «nuestro» que eso.
El Cacique logró finalmente, tras un semestre marcado por la inestabilidad, ubicarse en la punta del campeonato. Pero el relajo no puede ser una opción. Mal que mal son seis los equipos separados por menos de tres puntos que están metidos de lleno en la pelea. Y el próximo rival será precisamente uno de ellos, un Audax Italiano que viene de tres victorias seguidas y seis partidos sin perder, en la siempre complicada alfombra de La Florida donde ya enredamos dos puntos increíbles contra Palestino hace algunas fechas. La regularidad que por fin hemos logrado conquistar debe ser consolidada en las seis finales que se vendrán. Solo así podremos finalmente volver completamente a lo más «nuestro» de todos: ser el equipo que ha sabido ser campeón.