Por: José Miguel Sanhueza (@albohemio)
Colo Colo de Todos (@colocolodetodos)
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Si algo ha marcado la era de Pablo Guede en Colo-Colo ha sido la irregularidad. Una irregularidad que, en lo que iba de segundo semestre, derechamente se convertía en montaña rusa. El mismo equipo que podía hacer cuatro goles en dos Clásicos y una remontada en Copa Chile, también era capaz de quedar eliminado bochornosamente de esa misma Copa y de enredarse en evitables derrotas y empates por no saber manejar resultados o no enfrentar los partidos con la mentalidad adecuada.
Pero luego del papelón con Iberia y el insólito empate al final con Iquique en un partido controlado, pareciera por fin haberse encontrado un rumbo. Dan testimonio de ello cuatro victorias al hilo, con la valla invicta y 9 goles a favor, que nos meten en la punta del campeonato. De manera simplista, a este rumbo se la ha llamado “jugar a la contra”. Y con ello, se ha instalado una cierta polémica sobre el “defensivo” Colo-Colo, fruto de la concepción binaria del fútbol que se ha puesto tan de moda, donde cualquier planteamiento que no implique comer vidrio a lo loco equivale a colgarse la medalla de “ratón”.
La verdad sea dicha, una apuesta explícita por el contragolpe sólo se vio en el segundo tiempo con San Luis y en el partido con la UC. Contra Wanderers en el primer tiempo Colo-Colo se vio retrasado fruto de un mal planteamiento inicial y una intensa presión alta del rival, panorama que cambió en el segundo tiempo tras corregirse radicalmente el planteamiento con los cambios y aprovechar muy bien el desgaste de un adversario que resintió demasiado el esfuerzo del primer tiempo.
«Se ha instalado una cierta polémica sobre el ‘defensivo’ Colo-Colo, fruto de la concepción binaria del fútbol que se ha puesto tan de moda, donde cualquier planteamiento que no implique comer vidrio a lo loco equivale a colgarse la medalla de ‘ratón'».
Y contra Audax, bueno, cuesta sinceramente entender cómo podría ser “defensivo” un equipo que metió 15 remates en busca del gol, que ganó 3-0 y pudo ganar por más si hubiese estado más preciso en la definición en el primer tiempo. Todo ello, contra un rival directo en la lucha por el título, que venía de tres triunfos seguidos y seis partidos sin perder, y en el siempre complicado pasto sintético de la Florida. Y más encima, con las bajas de Jaime Valdés y Jorge Valdivia, que fueron compensadas con creces con intensidad para forzar los errores en el mediocampo audino y rapidez en la salida para aprovechar los muchísimos espacios que dejó Audax.
Dentro de los diversos comentarios dentro de esta polémica, quizás el podio lo encabeza un comentarista de la plaza ansioso por “llamar al SERNAC” debido a que “este no es el Guede de Palestino”. Y bueno, mal podría ser lo mismo conducir a un equipo sin mayores presiones ni expectativas, donde cualquier campaña correcta será bien valorada, que a uno donde la obligación siempre es ser campeón. Como tampoco es lo mismo escribir en un blog que ser conductor en un programa masivo a nivel nacional e internacional. Ante mayores responsabilidades se requiere mayor seriedad para enfrentarlas, en todo orden de cosas en la vida. Y que el cuerpo técnico de Colo Colo entienda eso (¡por fin!) es una buena noticia.
Regularidad, seriedad, solidez y compromiso, son también los valores que dan cuenta de la admirable labor del Colo-Colo femenino. Lejos de la atención del medio futbolístico, quizás de los espacios más machistas que todavía conserva nuestra sociedad patriarcal, llevan ya varios años siendo monarcas indiscutidas del medio local y animadoras de la Copa Libertadores de la categoría. Lamentablemente esta vez la lotería de los penales no quiso que las Albas -basta ya del condescendiente diminutivo “Albitas”- se alzaran con la Copa, pero de seguro vendrán nuevas oportunidades porque siempre han luchado para conseguirlas: un campeonato y tres subcampeonatos en 9 ediciones dan prueba de aquello.
Cuánto quisiéramos que este “Espíritu Santo” se le pegara a nuestro primer equipo masculino, ese mismo que -con la excepción del oasis de la Sudamericana 2006- hace dos décadas exactas que no mete una campaña internacional a la altura de la grandeza de esta institución. Los hinchas nunca perdemos la esperanza de que el próximo año sí que será el año para recuperar ese rumbo perdido. Ojalá que esta vez así sea. Pero para eso, primero hay que salir campeones en este torneo, y para hacer aquello posible hay que ganar todos los partidos que vengan. Las próximas fechas pondrán a prueba la madurez y convicción para sostener esta idea, haciendo oídos sordos a las críticas de quienes descalifican una forma de jugar que ha permitido por fin conquistar la ansiada regularidad y solidez, precisamente la que hasta hace un mes todos echábamos de menos.