Del último Mundial al que fue, el de España 82, sólo quedan las imágenes de baja resolución que aparecen borrosas en la memoria de los pocos aficionados que tuvieron el privilegio de ver a Perú siendo protagonista con el balón en los pies.
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Cubillas, Velázquez, Uribe, Oblitas. Nombres que reviven los años de gloria del fútbol peruano, siempre en tiempo pasado.
Tres años después de ese Mundial de España, Perú volvió a tener la oportunidad de jugar una Copa Mundial, pero se le escapó de las manos por culpa de Ricardo Gareca, el argentino que ahora es el principal responsable de volver a clasificarlos a la fase final de un Mundial.
La eliminación ocurrió el 30 de junio de 1985, en el último partido del grupo 1 del proceso de clasificación a la Copa del Mundo de México, entre Perú y Argentina. El Tigre empujó a la red el tanto del empate en el minuto 81 para darle a su país el boleto al Mundial en el que Diego Armando Maradona escribiría su leyenda.
Hasta ese momento Perú ganaba con los goles de José Velázquez y Gerónimo Barbadillo en Buenos Aires, pero el gol del Tigre argentino le quitó la clasificación de las manos y terminó condenándolos al destierro futbolístico de los mundiales.
Resarciendo la historia
Ese gol fue sin duda el más importante de los cinco que Gareca marcó con su selección, pero fue uno que también dio pie a su mayor decepción como futbolista: no ser convocado para el Mundial en el que Argentina conquistaría su última copa.
Tal vez sea por eso que quien fuera leyenda de Boca Juniors en su país y del América de Cali en Colombia prefiere no recordarlo. «Cuando terminaron las eliminatorias del 86 la verdad es que yo no estaba en un buen nivel. Perdí la titularidad con Bilardo», reconoció el delantero.
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«Arranqué como titular frente a Venezuela y reaparecí contra Perú, en el que convertí el gol. No estaba bien anímicamente, tenía expectativas muy importantes en la Selección y no se me cumplieron. Fue un golpe muy duro no ir al Mundial», dijo años después.
Sin tener consciencia en ese momento de las vueltas que podía dar la vida y el fútbol, Gareca aterrizó 30 años después en el banquillo de Perú con el objetivo de recuperar la esencia de su fútbol y regresarlo a un mundial.
Perú se encontraba tan a la deriva después de siete fracasos en procesos clasificatorios, incluyendo cuando se quedaron fuera de Francia 98 por diferencia de goles tras ser goleado por Chile en Santiago, que el técnico argentino fue recibido con una expectativa que no estaba acorde a su palmarés.
Sin experiencia en selecciones, Gareca llegó a Perú el 2 de marzo de 2015 tras fracasar con el Palmeiras en Brasil, de donde fue despedido luego de perder ocho de los 13 partidos que dirigió.
Punto de inflexión
Su primera tarea fue la participación de Perú en la Copa América de Chile, donde alcanzó el tercer puesto tras perder contra la Roja en semifinales. Pareció un espejismo tras el pésimo comienzo que tuvo en las eliminatorias sudamericanas a Rusia 2018, ocupando el octavo puesto de la tabla con tan sólo ocho puntos tras 10 partidos disputados.
«Pero al poco tiempo vinieron los puntos del TAS contra Bolivia por alineación indebida y la victoria en Asunción contra Paraguay, que le dieron un poco de respiración artificial a Perú», recordó el reconocido periodista deportivo peruano Pedro Canelo.
Ese aire terminó siendo clave en su resurrección y le dieron legitimidad al proceso de transformación que venía impulsando Gareca en la selección.
«Lo que cambió fue el perfil del equipo, la base de jugadores, el compromiso, la concentración», explicó Canelo.
«Es un equipo joven», agregó. «El promedio de edad es de 24 años. Casi nadie está en la Champions League o en el primer nivel de los clubes de las ligas europeas».
Romper con el pasado
Tres victorias consecutivas contra Uruguay, Bolivia y Ecuador, esta última en Quito, más el empate contra Argentina en la Bombonera y el empate con Colombia en Lima, fueron el premio para un equipo que luchó hasta el último para alcanzar su puesto en el repechaje.
Esos resultados se sintieron en la euforia de los aficionados, que vieron como Rusia estaba a sólo dos pasos, los que sortearon con éxito y hoy los tienen de vuelta en un Mundial después de 36 años. El consenso es general sobre quién es el responsable: el mismo hombre que fue el verdugo en 1985.
Una encuesta publicada por el diario peruano El Comercio a a finales de septiembre mostró que el técnico argentino cuenta con el 97% de aprobación. Pero Canelo no cree que el impacto de Gareca se deba limitar a llegar al mundial.
«Es alguien muy querido en Perú y no solamente por los resultados sino más bien por cómo el equipo ha cambiado la actitud, a nivel mental, psicológico. Es algo que el país le agradece».
Canelo, además, resalta que en un año y medio no se saben de actos de indisciplina entre los miembros de la selección, algo que resultaba impensable en procesos anteriores.
«El fútbol peruano siempre ha estado muy vinculado a la indisciplina y eso es algo que Ricardo Gareca ha logrado esquivar», comentó.
«Su significado se ha traducido en un buen momento futbolístico, un crecimiento, un cambio generacional», agregó.
«Es el cambio del perfil del futbolista peruano, con trabajo, con disciplina, con mucho énfasis en el tema físico, un trabajo moderno».
«Cuando Perú estaba octavo o séptimo ya Gareca tenía el 70% de aceptación y la Federación Peruana de Fútbol nunca pensó en destituirlo, siempre lo apoyó en los momentos más críticos», resaltó Canelo.
Todo indica que Gareca recibirá aún más apoyo, ahora que todos los aficionados celebran la clasificación de Perú a Rusia 2018.