El Gráfico Chile

Renato Gaúcho, el ídolo de Gremio que llegó a la banca para repetirse el plato de la Libertadores

El entrenador es un verdadero personaje en Porto Alegre y en Gremio, donde salió campeón de la competición continental como jugador en 1983.

Irreverente, sincero, mujeriego, seguro de sí mismo. Cuando Renato Gaúcho es el sustantivo, no faltan los adjetivos. La emoción tampoco. De jugador a técnico, la carrera del brasileño ha serpenteado por años entre altas y bajas alimentando un nutrido anecdotario.

Héroe del Gremio como futbolista, Renato Gaúcho, que aspira a nada menos que a una estatua en Porto Alegre, se metió entre ceja y ceja hacer historia también como técnico con su amado Tricolor, y al ganar este miércoles ante Lanús la Copa Libertadores 2017, la tercera del equipo, lo ha logrado.

El vínculo entre Renato Portaluppi -a quienes todos llaman de Gaúcho desde el comienzo de su carrera- y el Gremio arrancó en los años ’80 cuando se estrenó como profesional defendiendo los colores del equipo como atacante.

Saboreó la gloria en 1983, cuando alzó la Copa Libertadores con un Tricolor que tendría que esperar 12 años para revivir el momento, y se ganó la idolatría de los sureños al ser el autor del 2-1 con el que derrotaron a Hamburgo ese año en la Copa Intercontinental.

En su mejor momento, el atacante fue convocado por el técnico Telé Santana para integrar la Seleçao en el Mundial de México 86.

La conmemoración no era poca, en efecto fue tanta que Gaúcho y el lateral Leandro se fueron de farra una noche de la concentración antes del viaje a México. La mayoría del equipo se desveló esperándolos y no llegaron al campo para entrenar.

Santana castigó y dejó por fuera al atacante que tuvo que esperar hasta Italia ’90 para vestir la Canarinha en un Mundial. Reservado a la banca, entró apenas para disputar los últimos minutos de la trágica derrota ante Argentina en los octavos de final.

Del ‘Fla’ y del ‘Flu’

En su única experiencia internacional, Gaúcho vivió apenas una temporada amarga en el Roma de Italia en 1989 con quien no destacó en el gol.

Oriundo de la pequeña Guaporé, en Rio Grande do Sul, después de Gremio, y con el paréntesis italiano, el atacante desfiló por los cariocas Flamengo, Fluminense y Botafogo, entre otros clubes brasileños.

Se ganó el cariño de la «Naçao urubu», para después ser idolatrado por el «Flu» cuando anotó un histórico y decisivo «gol de barriga» -acreditado al mediocampista Aílton- en la final de la Copa Carioca de 1995 disputada justamente contra el archirrival Flamengo.

Pero Gaúcho también desató pasiones fuera de las canchas.

Robó corazones y titulares por sus romances y galanterías. Un capítulo que bien representa la faceta seductora del futbolista data de 1985, cuando en la concentración apareció en televisión diciendo estar triste, «lejos de su amor», que en realidad eran casi una decena de mujeres a quienes dedicó flores y mensajes personalizados por el día de los enamorados.

Pero el fútbol y la estrella que parece acompañar al brasileño en momentos decisivos han sido el verdadero hilo conductor en la narrativa de su trayectoria.

Como entrenador, no sólo ha logrado garantizarse el pedestal definitivo en Porto Alegre al darle el tricampeonato continental a Gremio, sino que acaba de convertirse en el primer brasileño -y el octavo en el continente- en ganar la Copa Libertadores como jugador y técnico.

En 2008 estuvo a punto de conseguir el hito al frente de Fluminense, sin embargo tuvo que conformarse con el segundo lugar al ser derrotado en tiros penales por el Liga de Quito.

Quiso la pelota que el triunfo le llegase con el Gremio de sus amores, al que regresó por tercera vez como técnico en septiembre de 2016. Tres meses después llevaba al equipo de Lucas Barrios a la conquista de la Copa de Brasil, su primer título nacional en 15 años, y ahora está a un paso de finalizar la temporada como vicecampeón de liga.

Puertas afuera, con apenas dos partidos perdidos, Gremio logró el objetivo de entrar en la quinta final continental de su historia, e igualó a Santos y Sao Paulo con tres copas como mayores campeones brasileños de la Libertadores.

«El fútbol es como andar en bicicleta. Quien sabe, sabe. Quien no, que vaya a estudiar«, lanzó el año pasado tras hacerse con la Copa de Brasil. Con título en mano, Gaúcho, que a sus 55 años encerró una entrevista aplaudiéndose a sí mismo, parece demostrar que él nació con esa tarea aprendida.

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