La mañana del martes los hinchas de Colo Colo se volcaron en masa a las boleterías del estadio Ester Roa de Concepción, para adquirir un boleto que les permitar ver in situ el partido entre los albos y Huachipato, duelo que puede entregarle la estrella 32 al cuadro de Macul.
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Hasta ahí todo bien, pero con el correr de las horas el proceso se convirtió en un caos. Idas y vueltas, informaciones cruzadas, los megáfonos de Carabineros agotaban sus baterías ante tanta información que entregaban por ellos. Finalmente, no había venta de entradas de forma presencial, todo se haría de forma virtual.
El temor de las autoridades complicó todo en Concepción. Todo el lío que se originó tiene un origen y data del 6 de diciembre de 2015, cuando una verdadera batalla campal provocó la suspensión del partido entre Santiago Wanderers y Colo Colo en Valparaíso, que definiría en cancha al campeón del Apertura 2015-2016. Finalmente el Cacique se proclamó sin jugar, por la derrota de Universidad Católica ante Audax Italiano.
Desde aquel episodio en el Plan Estadio Seguro están extremadamente rigurosos, poniendo «medidas irrisorias» a los elencos que hagan de local en este tipo de compromisos, según contaron a El Gráfico Chile desde el interior de Huachipato, organizador del lance del sábado a las 17:30 horas.
«La reunión (entre Estadio Seguro, autoridades regionales del Bíobío y Huachipato) fue poco seria. Ellos operan con bases absolutamente extrañas, en ninguna parte del mundo un espectáculo deportivo tienen las medidas que ellos piden. Creen que el sábado será una zona de guerra, pero no es así«, comentó la misma fuente citada.
Tras el encuentro ante las autoridades, el elenco acerero tuvo que «ceder» en varias medidas, como modificar la repartición del aforo permitido (27 mil espectadores), instalar rejas perimetrales en la pista atlética, entre otras.
Para el sábado se espera estadio lleno en Collao, donde la mayoría del público presente será de la visita, que puede ganar un título en regiones tal como en 2015, aunque ahora quieren que el espectáculo sea entregado por los jugadores y no por los delincuentes.