Opinión

Columna de Colo Colo: El club de su gente

El Cacique está a un paso de ganar la estrella 32 en el fútbol chileno y sus hinchas se preparan para una semana que puede ser especial.

Por David Huerta (@davidhuertao)
Colo-Colo de Todos (@colocolodetodos)

Los domingos de estadio siempre han sido especiales. Desde temprano sabes que tienes una cita importante con tu amor de toda la vida, intentas hacer todo a la hora para poder salir con tiempo al Monumental. Especialmente para este tipo de partidos en los que debes llegar temprano para poder entrar de manera expedita y tener una buena ubicación para ser parte de la fiesta.

Este partido era especial para nosotros como familia. Con Manuel y David, a sus 13 y 7 años respectivamente, era la primera vez que podríamos ver a Colo-Colo dar la vuelta todos juntos en el estadio. Por lo mismo luego del almuerzo chequeamos todos los detalles para esta fecha: camisetas listas, una bolsa con algunos jugos y panes, bloqueador solar, gorro para regalarnos sombras, carnet de identidad y el ticket de cada uno. Estamos listos para el viaje.

En el Metro se vivía una fiesta, desde Santa Ana ya podíamos ver como cada vagón iba lleno desde piños de garreros hasta familias con sus bebes en brazos. Hasta algunos abuelitos que al comienzo parecían asustados, reían con los comentarios de alguno que otro barrista. Hinchas con bolsas de supermercado llenas con papel picado les regalaban a los niños puñados del mismo para tirarlos al aire al llegar a Pedrero.

Tras soportar una incómoda revisión en la que nuestros bolsos fueron examinados de manera detallada, quizás para evitar que David llevara alguna bomba o kilos de tronadores, pudimos entrar al templo de Macul. Luego de mojarnos el pelo para capear un poco el calor, nos sentamos para disfrutar esta oportunidad de que nuestra historia familiar se entrelazara de manera maravillosa con alguna de las estrellas que el Cacique ha bajado del cielo.

Primeros minutos en los que el equipo jugaba bien y la sensación de que en cualquier momento hacíamos el gol nos daba tranquilidad. Octavio se lo pierde solo, hoy tiene que ser el día de gloria, en cualquier momento cae el gol. Al mismo tiempo con la radio pegada a la oreja, sabíamos que en Concepción se mantenía el cero igual que en el clásico de colonias. Nuevo pase entre líneas del Mago, jugada que sacó de un sombrero de Copa y esta vez el uruguayo no falla. En Concepción el local caía, pero daba lo mismo, nosotros también estábamos haciendo la tarea.

Minutos finales del primer tiempo y los miedos se apoderan del público, gol de la visita, 1 a 1 y mientras tanto en el Sur el equipo del Campanil cae inapelablemente. Bueno, igual seguimos punteros le digo a mis hijos mientras esperábamos que se terminara el entretiempo, pero en el fondo, no podía sacarme de la cabeza el partido con Antofagasta del campeonato pasado, ¿Davicito aguantaría nuevamente una pena así? Probablemente en un par de días se olvidaría, pero todos esos miedos se empiezan a esfumar cuando Zaldivia primero y luego el eterno Esteban Efraín ponían las cosas en orden. Arellano era una fiesta.

Ya con los otros resultados casi definidos, sabíamos que no podríamos ver al popular dar la vuelta. Sin embargo, lo peor vendría casi al final: una jugada que no parecía de mayor relevancia se mete en el arco de Orión y nuevamente el estómago se aprieta para aguantar los últimos minutos. A cada minuto mis hijos me preguntaban como iban en los otros encuentros y yo solamente pensaba que los minutos eran eternos.

Pitazo final y la tranquilidad vuelve. Quedó un gusto raro de que se podría sufrir menos, pero los partidos que uno gana así son los que más recordamos en el futuro, con los dientes bien apretados y los puños cerrados. Si las cosas fueran fáciles para Colo-Colo, nuestra historia no sería la misma.

No sabemos qué pasará el próximo sábado. Podemos salir campeones, jugar un partido definitorio o volver de Collao con las manos vacías. No obstante, independiente de lo que suceda en la última fecha, los que estuvimos frente a Curicó o los que estarán en Concepción, seguirán siendo parte de la historia más rica del club: su gente.

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