Columna de Horacio de la Peña: En qué afecta a un país tener un torneo ATP

El entrenador habla de la importancia que tiene organizar un certamen de primera línea en el tenis. ¿Chile puede volver a tener uno?

Si hay algo que se debe entender de cualquier deporte, ¡es que sin competencias se muere!

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Los chicos pueden encantarse con uno y disfrutar de las prácticas, pero lo cierto es que todo deportista es un competidor y, como la palabra lo dice, éste quiere competir y probarse con sus pares de todo el mundo, no sólo con los que entrena o juega a nivel nacional.

Los torneos ATP tienen una particularidad especial, que entregan muchos más puntos que un futuro o un challenger, pero lo más importante es que dan estatus. No importa cuántas unidades consigas en los campeonatos chicos, si las logras en las grandes ligas es distinto, para el circuito y también para tu confianza.

Durante muchísimos años, Chile contó con este beneficio en casa, pero, al igual que siempre en el tenis, al tenerlo ahí, todo tan fácil y sin tanto esfuerzo, no lo valoraron y ahora que no está, lo extrañan, ¡y  mucho!

Pero no sólo los amantes del tenis lo extrañan, lo extrañamos todos los que tenemos que ver con este lindo deporte, las academias, los clubes y las ligas.
Lo que no están entendiendo algunos en el negocio del tenis es que un torneo ATP mueve montañas en el desarrollo de un país.

Y acá lo dejaron escapar, pero en un año más vuelve a quedar la fecha libre para poder alquilarla. Quizá se alinean los planetas y Chile le da otra vez al tenis el lugar que se merece.

No por el tenis en sí, sino por todo lo que este deporte le dio a Chile, sin que realmente los gobiernos ni las federaciones anteriores hayan hecho mucho para merecerlo.

Finalistas de Copa Davis, un número uno del mundo, un doble campeón olímpico, dos campeonatos mundiales, un medallista de bronce y de plata en singles en dos Olimpiadas seguidas, y un sinfín de títulos internacionales.

¿Y qué ha hecho el país con todo eso? Nada, no hay ni un estadio con medidas internacionales, tampoco un centro de alto rendimiento con estándares adecuados a los logros. Casi no hay canchas rápidas, cubiertas, para qué decir.

Entonces, ¿qué les parece si Chile hace un plan de desarrollo a diez años, con excelentes profesionales y buenos centros de entrenamientos, mejora la competencia local de sus torneos de menores y arma un ATP de lujo, donde se pueda proyectar a los grandes talentos y mostrarle al mundo que a este país sí le importa el tenis, que confía en este deporte para darle muchas más alegrías de las que ya le ha dado?

Esto es lo que tienen que entender, que los milagros no pasan, se buscan, y para eso hay que invertir y creer en el “proyecto tenis”.

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