Cuatro de la tarde en el campamento Pisco y el movimiento se tranquiliza en el equipo Honda HRC. Luego de intensos trabajos mecánicos con las motos, distintas reuniones de planificación para la etapa que se viene, y los correspondientes masajes a los pilotos, la carga baja y para muchos viene el descanso pensando en el nuevo día que comenzará en la madrugada.
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Mientras todo eso pasa en Honda, en otros sectores del campamento aún se escucha el rugir de las motos que siguen llegando a la zona de meta y se les viene un duro trabajo por delante. Todo con un equipo mucho más reducido que el del equipo japonés.
Esos son sólo algunos de los privilegios y ventajas con los que cuenta un equipo oficial de fábrica. Los beneficios que hoy disfruta y goza el joven Ignacio Cornejo.
A sus cortos 23 años, el iquiqueño llegó de rebote al Dakar 2018 y lo hizo a lo grande. Pese a que había desechado la opción de correr por tercera vez en la prueba madre del cross country tras no haber conseguido las condiciones necesarias para participar, un llamado desde el cielo le cambió todo el inicio de año.
El 28 de diciembre, el mismo del día de los inocentes, Ignacio Cornejo recibió una llamada para viajar de urgencia a Lima. Podría haber sido una broma, pero todo era cierto. Una lesión de Paulo Goncalves, piloto oficial de Honda, le abría la opción de ser su reemplazante. Un sueño que finalmente se concretó a sólo días de iniciar el Dakar 2018.
Ahora, con dos etapas ya corridas en su flamante moto de fábrica, el joven está disfrutando de la experiencia y sacando el mayor provecho posible al hecho de estar en un equipo de elite. Los resultados, que lo tienen en el décimocuarto lugar de la tabla general, hablan de lo acertada de la decisión que tomó Honda.
Luego de recibir los masajes correspondientes tras una extenuante etapa de 273 kilómetros y dormir su correspondiente siesta para descansar de una madrugadora levantada, Ignacio Cornejo evalúa su nuevo status que lo tiene compartiendo con experimentados pilotos. Un sueño que hace dos años, cuando corrió su primer Dakar, no imaginaba estar viviendo.
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«Estaba esperando esta oportunidad hace un par de años, lo asimilé rápido y me venía preparando mucho. Uno ve a los equipos grandes desde afuera, pero desde dentro uno se da cuenta de los detalles que hacen que los pilotos hagan bien su trabajo y puedan buscar buenos lugares. Es un equipo tremendo, muchos profesionales de los mejores. Es espectacular«, dice el iquiqueño en conversación con El Gráfico Chile.
Pese a lo sorpresivo de la noticia y la gran oportunidad que se le dio, Cornejo, a sus 23 años, mantiene los pies sobre la tierra y habla con la madurez de un piloto que podría tener años en la máxima prueba del cross country.
«Es algo tremendo, pero todavía no lo he pensado muy a fondo y estoy en medio de la carrera, muy enfocado en eso. Después de la carrera lo saborearé mejor«, agrega.
Pero al mirar a su alrededor y ver que a las cuatro de la tarde ya está todo casi listo en el equipo Honda HRC, el iquiqueño empieza a entender dónde está parado y el lugar de privilegio que está ocupando.
«Es totalmente distinto (estar en un equipo de fábrica), trabaja mucha gente y estoy muy feliz. Los otro Dakar eran más duros porque el grupo de asistencia era más reducido, uno tenía que hacer mucho más cosas. Te puedes relajar mucho más, descansar bien entre día y día, que es lo que ayuda a tener mejores resultados. Finalmente lo que te mata son el pasar de los días» dice.
«Uno llega del día de carrera, te reciben la moto, dices lo que pasó, si quieres un cambio para el otro día, y lo dejas todo en las manos de los ingenieros y mecánicos. Eso te deja tranquilo, hay un mecánico por moto, mucha gente ayudando, está el fisioterapeuta, te alivianan toda la carga para que sólo te concentres en la carrera y termines más temprano», señala con una sonrisa que es muy difícil borrar de su rostro.