Hace rato que Alexis Sánchez tenía la cabeza lejos de Arsenal, pero el 20 de enero ya empezó a olvidarse definitivamente del club de Londres, cuando no estuvo ni citado para el partido ante Crystal Palace. Era el preludio a su partida a Manchester United.
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En aquel compromiso los Gunners ni se acordaron de quien había sido su mejor jugador en los últimos cuatro años, ya que golearon por un contundente 4-1 y se volvía a ilusionar con meterse en puesto de Champions.
Dos días después de eso Alexis era presentado en los Diablos Rojos y a la misma hora, como circo pobre, Henrikh Mkhitaryan lucía los colores del equipo de Londres. Tras la partida de Sánchez a los mancunianos, su ex equipo ha vivido días extraños.
Primero, fue alegría, porque dejó en el camino a Chelsea y se metió en la final de la Copa de la Liga, donde luchará por el título ante el todopoderoso Manchester City de Claudio Bravo.
Luego, vino un mazazo duro. Visitaron al colista de la Premier League, Swansea, con la olbigación de ganar, para seguir soñando con uno de los cuatro cupos para la Liga de Campeones 2018-19, no obstante, cayeron claramente por 3-1, con un grosero error incluido de Petr Cech, con lo que se estancaron en el sexto lugar.
Pero después de la tristeza vino otra alegría, porque Arsene Wenger por fin tenía al reemplazante de Alexis, ya que el gabonés Pierre-Emerick Aubameyang llegó desde Borussia Dortmund a cambio de 63.5 millones de euros. Se espera que el africano se «eche el equipo al hombro», tal como lo hizo el tocopillano.
¿Se acabaron las noticias? No, porque también amarró a su otra figura, Mesut Özil, quien también pensó irse como el chileno, ya que el alemán renovó el contrato hasta el 2021.
La vida le sonríe, pero también le llora al Arsenal sin Alexis.