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Una calurosa jornada de Copa Davis se vivió este viernes, donde Chile iguala 1-1 ante Ecuador en el Nacional. Como era de esperarse, Marcelo Ríos se llevó todas las miradas, coqueteo con el público y apoyó en todo momento. Claro, no habló con la prensa.
Ovación al Chino
En la previa de la serie ante Ecuador se habló poco de tenis, por las groseras declaraciones ante un grupo de periodistas. Pero al parecer los hinchas no «están ni ahí» con el hecho, ya que apenas se asomó en la cancha central de Ñuñoa recibió una tremenda ovación. Al parecer, a Ríos le perdonan todo.
Cancha mala
Como es tradición en Chile, la cancha estaba mala. Apenas terminado el tercer game en el partido entre Jarry y Endara tuvieron que ingresar los «cancheros» para compactar la arcilla. «No estaban tan mala como en ocasiones anteriores», dijo el número 1 de Chile tras ganar su partido.
Peralta presente
Pese a que se tuvo que bajar de la serie por lesión, el doblista chileno Julio Peralta estuvo junto al equipo nacional, apoyando desde la banca en Ñuñoa. Big Julius no juega una serie por Chile desde 2015 ante República Dominicana.
«Están matando a un hue…»
El clima de Copa Davis es distinto al de otros partidos de tenis, un ambiente muy parecido a un partido de fútbol. Los hinchas gritaron y apoyaron en todo momento, sobre todo en el segundo punto, donde Gonzalo Lama estiró la definición al tercer set. Mientras que en el primero, cuando Jarry le daba una paliza a Endara, se escuchó en repetidas ocasiones la frase «están matando a un ‘hueón'», que popularizó el comediante Felipe Avello en Olmué.
Massú histriónico
Como siempre, el capitán chileno se mostró histrónico, gritando cada punto, apoyando, reclamando todas las pelotas y haciendo su show positivo en el borde de la cancha. Como siempre, Massú vivió la Davis a concho.
«Enchufa la pantalla Chino»
El Court Central del Nacional cuenta con un moderno marcador electrónico, donde los hinchas pueden seguir el tanteador del partido game a game. En el inicio del segundo set éste se fue a negro, desatando las quejas del público, que llegó en masa a Ñuñoa. Los fanáticos, en tono de broma, le pedían en reiteradas ocasiones al Chino Ríos que prendiera el objeto. Como era de esperarse, Ríos ni se inmutó.
