El Gráfico Chile

Columna de Colo Colo: De ansiedades e ilusiones

"Tomar nota de los aspectos que restan por mejorar, y trabajar sobre ellos, será una tarea clave del cuerpo técnico y el plantel de cara al debut copero"

Por: José Miguel Sanhueza (@albohemio)
Colo-Colo de Todos (@colocolodetodos)

Decir que entre el 22 de enero hasta el día de hoy han pasado sólo tres semanas es una constatación obvia que salta a la vista con sólo mirar un calendario. Pero si no se tiene un calendario a mano, cuesta mucho creer que sólo han pasado tres semanas desde el día en que se anunció la bochornosa suspensión de una «Noche Alba» en la que –salvo por Bryan Cortés- no había refuerzo alguno que presentar, hasta hoy que hemos acumulado tres triunfos claros en igual número de partidos oficiales y vibramos especialmente con el emocionante despliegue goleador del ídolo Esteban Efraín Paredes Quintanilla. El péndulo de sensaciones entre la ansiedad y la ilusión nos ha venido acompañando desde que levantamos la Copa en Concepción hasta el día de hoy. Y de seguro nos va a acompañar hasta la Libertadores y todo lo que venga.

Enero fue un mes plagado de ansiedad, llegando incluso a traspasar las fronteras de la desesperación. La sucesiva «caída» de incorporaciones especialmente protagonizada por la mediática teleserie de Lucas Barrios, los días que pasaban sin que llegaran refuerzos, para colmo las sendas lesiones de Octavio Rivero e Iván Morales que sembraban serias dudas del poder ofensivo que tendría este Colo-Colo de no mediar cambios urgentes, y para colmo la tardía resolución en torno a los precios de las entradas y abonos y el mencionado remate del impresentable papelón organizativo en la primera “Noche Alba”, fueron con justa razón fuentes de angustia y molestia entre los socios e hinchas.

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La ansiedad sin duda tenía fundamentos poderosos como los antes mencionados. Pero tampoco es menos cierto que hay algo fundamental que la acrecentaba aún más: la ausencia de fútbol y las ganas de ver luego al equipo sobre el terreno de juego.

La Supercopa, las dos fechas que han transcurrido del campeonato, y finalmente la llegada de los ansiados refuerzos y comenzar poco a poco a verlos ya en cancha, han permitido aplacar esta ansiedad y recordarnos a todos algo que en enero pareció olvidarse: Colo-Colo tiene equipo, jugadores y una idea clara como para imponerse en el medio chileno y soñar con pelear de una vez por todas como corresponde a la grandeza de nuestra institución en el plano internacional. Aspecto que finalmente se ve “reforzado” –valga la redundancia- luego de que la tragedia griega de las incorporaciones del Cacique haya tenido un final feliz con la llegada de incorporaciones del nivel y las posiciones en la cancha requeridas por el cuerpo técnico.

Aplacada un poco la ansiedad de enero, podemos hoy retomar en alguna medida la perspectiva y la memoria del pasado reciente. Bien lo podremos recordar todos los colocolinos que supimos padecer incondicionalmente domingo a domingo aquel oscuro período 2010-2013. Cómo hubiésemos deseado entonces levantar alguna copita que en esos años nos fueron tan esquivas, aun cuando fueran dos modestas Supercopas a las que hoy algunos bajan el perfil, no habiendo aprendido nada al parecer de la “cura de humildad” que representaron aquellos años. Como hubiésemos querido también que llegaran refuerzos de categoría, aun cuando se demoraran y dilataran en negociaciones extendidas hasta la saciedad.

Y por cierto, vaya que hubiésemos querido también poder ir estadio a la inmensa mayoría de los partidos a precios coherentes con la realidad y el arraigo popular de Colo-Colo. Y vaya que hubiésemos querido especialmente los socios ser sujetos de derechos y dignidad mínimos en esta materia. Recordemos que fue en aquel entonces cuando la combinación nefasta de Leónidas Vial –a través de su testaferro Arturo Salah- en la testera de Blanco y Negro, y Raúl Labán como presidente designado del Club Social y Deportivo, nos privó a los socios de los poquísimos beneficios y espacios de incidencia y fiscalización que aún teníamos por entonces. Restituir y avanzar en derechos sobre algo tan básico como ir al estadio en cualquier sector es algo que nunca se debe perder.

Pero cuidado: así como la ansiedad puede extraviar la perspectiva, la ilusión también entraña el mismo riesgo. Los valores de las entradas de los llamados «partidos Clase A» muestran la perseverante permanencia de la mentalidad tecnócrata que entiende al hincha como la variable de ajuste económico, y es síntoma también de lo mucho que aún resta por avanzar. Dentro de la cancha, los tres triunfos oficiales al hilo obtenidos hasta ahora, y el descomunal rendimiento del ídolo Esteban Paredes en ellos, tampoco nos pueden señalar que todo esté perfecto. El partido con Audax se encargó de ser especialmente gráfico en aspectos como nuestro juego aéreo defensivo o la situación aún no resuelta de nuestra banda izquierda.

Manejar el péndulo de pasiones entre la ansiedad y la ilusión será fundamental para los próximos desafíos que se nos vendrán. Tomar nota de los aspectos que restan por mejorar, y trabajar sobre ellos, será una tarea clave del cuerpo técnico y el plantel de cara al debut copero del próximo 27 de febrero. Fuera de la cancha, fortalecer el Club Social y Deportivo seguirá siendo un desafío trascendental como la única forma posible de conquistar avances, por pequeños que aún sean, frente a una concesionaria que ha demostrado en toda su historia que nunca entregará nada al socio y al hincha por el puro y simple ejercicio de la buena voluntad. Este 2018 de una vez por todas habremos de comenzar a convertir las ilusiones futbolísticas e institucionales en realidad.

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