En las últimas horas, el mundo deportivo se vio sacudido por las declaraciones que entregó el jugador alemán de Arsenal, Per Mertesacker, quien reveló parte del calvario que vive antes de ingresar al campo de juego. «Debido a a las expectativas de la gente vomito antes de los partidos o me entra diarrea«, son parte de las declaraciones que entregó el campeón del mundo en Brasil 2014.
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Ante esta confesión, este lunes el futbolista del Barcelona, André Gomes, también decidió romper su silencio y contó detalles de lo mal que lo está pasando desde que llegó al cuadro culé, debido a las críticas que han caído sobre su juego.
«No me siento bien en el campo, no estoy disfrutando de lo que puedo hacer. Los primeros seis meses fueron bastante bien, pero luego las cosas cambiaron. Quizá la palabra no sea la más correcta pero se volvió un poco infierno, porque empecé a tener más presión. Con la presión yo vivo bien, con lo que no vivo bien es con la presión para mí mismo«, comenzó explicando el portugués.
Al igual que el jugador del Arsenal, Gomes reveló que sus malestares físicos se muestras a medida que se acerca la hora de los encuentros. «La sensación que tengo en los partidos es mala, entrenando estoy muy tranquilo. Sabes que estás sufriendo. Quizá he jugado el día antes o dos días antes y aun estoy con la imagen del partido, que no me permite seguir adelante«, afirmó el futbolista.
Gomes también sufre fuera de la cancha
Aunque se podría pensar que los problemas del luso desaparecen una vez que sale del campo de juego, él mismo aprovecha la entrevista con la revista Panenka para revelar que el infierno que vive lo traslada hasta su hogar.
«Me ha pasado en más de una ocasión eso de no querer salir de casa. Eso de que la gente te pueda mirar, tener miedo de salir a la calle por vergüenza. Me encierro. No me permito sacar la frustración que tengo. Entonces, lo que hago es no hablar con nadie, no molestar a nadie. Es como si me sintiera avergonzado», relata André Gomes.
Para finalizar, el jugador más resistido del Barcelona confiesa que «pensar demasiado me hace daño. Porque pienso en las cosas malas y, después, en lo que tengo que hacer, y voy siempre a remolque. Aunque mis compañeros me apoyan bastante, las cosas no me salen como ellos quieren que salga«.