Las barras chilenas de fútbol aprendieron mucho de las argentinas en la década de los 90 e, incluso, algunos fanáticos viajaron a Buenos Aires para aprender cánticos y formas de organización que ocupaban los trasandinos para apoyar a sus equipos. Por eso, a nadie le genera sorpresa que hasta en el tenis los argentinos tengan una hinchada organizada que, con bombos y lienzos, llegaron a San Juan para apoyar a Argentina, en la serie de Copa Davis contra Chile.
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Con la frase de «Yo te sigo a todas partes», el lienzo principal de los aficionados argentinos, demostraban con gritos, trompetas y percusiones que estaban ahí, preparados para generar un ambiente hostil que perjudicara a los tenistas chilenos. Y la fórmula funcionó.
El primero en sufrir con esa estrategia fue Nicolás Jarry (64º). La principal carta de Nicolás Massú para la serie de Davis se salió muchas veces de su personaje correcto dentro de la cancha y alegó varias veces en contra del juez de silla por los constantes movimientos de los fanáticos para intentar desconcentrarlo o gritos que aparecían a cada rato desde la barra local. Pese a eso, El Príncipe pudo sobrellevar la presión y sacó adelante su partido.
Un rato más tarde, el escenario fue el mismo contra Christian Garín y aún peor. Con el término de la jornada laboral en San Juan, los hinchas comenzaron a llenar el estadio Aldo Cantoni, y hasta con trombones llegaron a calentar un partido que sacó de sus casillas hasta el local Diego Schwartzman (15º). La primera raqueta trasandina no podía soportar los gritos de las decenas de chilenos que estaba en las tribunas, pero también explotó cuando los propios argentinos le gritaban.
«¡Ya está!», lanzó enfurecido el Peque para que los ánimos bajaran. Sin embargo, eso no ocurrió, ni siquiera cuando el ganador del ATP 500 de Rio de Janeiro perdió el segundo set contra Garín. La barra más apoyó y saltaron para diferenciarse de los chilenos que «no van al Mundial», un grito que subió de intensidad cuando los ánimos comenzaron a caldearse. Incluso, Schwartzman tuvo que pedir al umpire que interviniera para calmar a «dos tarados» que estaban en la barra de Chile y que no dejaban de molestarlo. Ahí los guardias tuvieron que intervenir para calmar la intensidad del ambiente.
A pesar de que no se registraron actos de violencia durante la primera jornada de la serie entre Argentina y Chile, el lema de «Rivales, no enemigos» propulsado por la Federación de Tenis local parece lejos de aplicarse y el ambiente futbolero encendió el estadio Aldo Cantoni. Pensando que las dos Copas Américas pérdidas ante nuestro país siguen latentes en los locales, la enemistad futbolística generada en los últimos años se traspasó al tenis y le devolvió la emoción a uno de los clásicos sudamericanos del tenis que cumple su décimo séptima edición.