Me gusta el estilo de Reinaldo Rueda. Cada vez que leo o veo una entrevista del colombiano, encuentro que la decisión de la ANFP de traerlo fue la más acertada. No rehuye nada, da la cara y es claro en todas sus apreciaciones. Ya habríamos querido tener a alguien así en el pasado cercano.
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El titular de esta columna es fuerte, da a entender que entre los dos jugadores prefiero al entrenador, pero no es así. Lo que quiero decir es que el estilo de Rueda es el que tiene que predominar en la Selección, una de las marcas más queridas de Chile. Hay que ser claros, ir de frente, no hablar solo con amigos y ser sinceros. En definitiva, decir lo que uno piensa.
Bravo se metió solo en este lío, y ha repetido en más de una ocasión que no ha renunciado a la Roja, pero tampoco ha dicho que volverá sin Julio Rodríguez, porque Rueda dijo firme y claro que el ex preparador de arqueros de Colo Colo y la U por ningún motivo trabajará en el combinado patrio.
Por el otro lado está Vidal, para mí, el mejor jugador chileno de todos los tiempos. Ha calentado el ambiente con posteos al estilo de «por fin estamos todos» o «feliz con el capitán Gary». Esos comentarios solamente alimentan el morbo en un camarín que está quebrado hace rato.
Lo positivo de todo esto que falta “una vida” para que Chile juegue un partido oficial. El debut por los puntos de Rueda será recién a mediados de 2019, en la Copa América de Brasil (donde Chile tiene que se cabeza de serie, a menos que en la Conmebol digan otra cosa), o sea, de aquí a esa fecha pueden pasar muchas cosas, y lo ideal sería tener a Bravo y Vidal en el once titular para el debut. Pero el que tiene que “ceder” es el número 1.
Rueda no se oculta, da la cara y dice lo que piensa sin rodeos. Soplan vientos positivos para el equipo de todos.