Por Pablo Vargas Zec, enviado especial a Kiev.
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Le bastaron, básicamente, cuatro toques al balón. Tal vez, la estadística señale que la pelota pasó más veces por sus pies. Pero, en rigor, intervino una vez en defensa, y tuvo otras cuatro apariciones en ataque. Con eso fue suficiente. Gareth Bale saltó a la cancha del Olímpico de Kiev a los 61 minutos, y entró para darle un inédito tricampeonato en la Champions League al Real Madrid.
El galés entró por Isco. En ese momento, si bien era inexplicable que Bale estuviera afuera, tampoco parecía que el 22 fuera el que debía ser reemplazado en los blancos. De hecho, muchos señalan que es precisamente el jugador “diferente” de Zinedine Zidane, incluso por sobre Cristiano Ronaldo. Pero “Zizuo”, claramente, algo entiende de lo que hace con el manejo de los recursos humanos que posee. Y dejó al de la camiseta 11 fuera de la formación titular.
Isco, en tanto, había clavado un balón en el travesaño apenas reiniciado el juego tras el entretiempo. Incluso, segundos antes de salir, había tenido otra promisoria entrada por la derecha, que había finalizado en lanzamiento de esquina para el Madrid. Aún así, el DT merengue optó por sacar al español para poner al galés.
Recostado sobre la derecha, la primera pelota que tocó Bale entró en los anales.
Centro desde la izquierda con pierna derecha de Marcelo, el galés que se eleva de espaldas al arco y con una cabriola mitad chilena y mitad tijera, la cuelga en el ángulo derecho de Loris Karius. Era el 2-1 para el Real Madrid. Para eso lo había puesto Zidane. Su tarea, casi, podía darse por hecha.
Luego, pareció que Bale desaparecía. La pega estaba hecha. Pero a los 83 minutos, con Karius como cómplice, el galés toca por segunda vez el balón de modo trascendente. Dispara desde fuera del área y el arquero del Liverpool muetra una débil resistencia con las manos al intentar atajar un balón que era rechazable con los puños y que no parecía tan potente ni complejo. Liquidaba el duelo, era el 3-1.
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Dos minutos más tarde, casi completa el “hat-trick” en un arranque por la derecha de contragolpe, cuando los Reds intentaban el milagro que no llegaría.
Habría un cuarto contacto de Bale con el balón, pero no tuvo el desequilibro de los tres toques anteriores. Aún así, esas cuatro acciones, apenas un escaso puñado, en 29 minutos en ekl campo, le valieron la gloria y la decimotercera orejona al Real Madrid.