La llegada del Maestro Óscar Tabárez para su segundo periodo en Uruguay, en 2006, fue con la misión de devolver al fútbol charrúa a un sitial de élite. Tras 12 años y más de 180 partidos al mando de la Celeste, sus enseñanzas se están marcando a fuego en la interna de los orientales: de ser un equipo de marcadas características físicas, como el juego rudo y otras artimañas, pasaron a ser un ejemplo plausible de… ¡juego limpio!.
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Así lo registró la FIFA en su ranking de selecciones participantes en el Mundial de Rusia. De las que se clasificaron a octavos de final, Uruguay fue el equipo más limpio junto a España. Ambas escuadras recibieron sólo una tarjeta amarilla en los tres partidos de primera fase. La única y leve diferencia, es la cantidad de faltas cometidas: 33 de los charrúas contra 29 de los hispanos.
El único jugador amonestado resultó ser el volante Rodrigo Bentancur, quien recibió la amarilla en el partido ante Rusia, donde los sudamericanos golearon por 3 goles a 0.
Loas desde la tierra del Tío Sam
A propósito de la buena campaña uruguaya en la Copa del Mundo, donde clasificó con puntuación perfecta (9 puntos), la impronta del Maestro Tabárez es admirada y analizada en lugares donde el fútbol no es tan popular. Un artículo publicado por el The Wall Street Journal, sindicó al técnico como el gran arquitecto de esta evolución celeste.
«Su nombre es Óscar Tabárez. Y en 12 años a cargo del equipo nacional de Uruguay, ha ayudado a convertir a un país de 3,5 millones en el mejor equipo libra por libra en el fútbol mundial, al tratar a sus jugadores como si fuera un maestro de la casa en Eton o Harrow», precisó el periódico, refiriéndose a dos universidades británicas.
También mencionaron el hecho de que el uruguayo es realmente un maestro de profesión: «Él imparte lecciones sobre el respeto, la decencia y la importancia de los buenos modales».
Y hasta los contrarios lo saben, sino recuerden a Jorge Valdivia.
