Para Jorge Valdivia el partido con Corinthians era especial. Es que si para todo el plantel de Colo Colo significaba el retorno a octavos de final de la Copa Libertadores, para el Mago era la oportunidad de reencontrarse con un viejo, el mismo que tantas veces enfrentó en el clásico paulista vistiendo la camiseta de Palmeiras.
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Seguramente cuando salió a la cancha, o incluso mucho antes, al habilidoso mediocampista se le vinieron a la mente esos duros enfrentamientos con el Timao cuando brillaba con la del Verdao. Por la cabeza se le debe haber pasado ese gol que hizo celebrando con el famoso llanto o el fatídico espanta chunchos que le costó una lesión que lo sacó del partido.
Pero ahora, tres años después de la última vez que jugó ante el Corinthians, la ocasión era aún más especial. Con un Monumental lleno, Valdivia se medía nuevamente ante el archirrival de su otro amor, el Palmeiras, y era nada más ni nada menos que en octavos de la Libertadores.
Y en cancha se notó que para el Mago no era un partido normal. Mostrando las mismas ganas y despliegue físico que ha tenido desde que llegó a Colo Colo, distribuyó su talento al juego por las bandas, ese que Héctor Tapia quiso tener al cambiar a línea de tres defensores para que Óscar Opazo y Damián Pérez pudieran irse en ataque.
Así, con toda su magia se daba el lujo de pedir la pelota y pasar entre los marcadores que iban sobre él y que lo buscaban y buscaban para provocarlo, casi como para recordarle aquellos locos tiempos en Palmeiras. Pero Valdivia demostró madurez, no cayó en el juego y pese a lo caliente del partido, siempre se encargó de conversar con el árbitro y no con sus rivales.
Sacó todos sus trucos
En el ambiente existía esa sensación que el Mago algo podía hacer ante su antiguo archirrival y así fue. Después de una buena recuperación de Lucas Barrios y tras un pase de Esteban Paredes, el mediocampista sacó esas cesiones largas que ahora hicieron correr al Torta por derecha. Opazo llegó a la pelota entregada por Valdivia y sacó un centro para que Esteban Paredes deje pasar y Lucas Barrios remate encontrando la contención a medias de Cassio. El rebote lo tomó Carlos Carmona y el Monumental explotó de alegría con un gol que los ilusionó.
El grito de gol de Valdivia fue directamente dirigido a Opazo, su socio perfecto para una noche especial. Fue el lateral derecho el que entendió todas sus ideas y le ayudó a celebrar en una noche que tuvo un dulce sabor por partida doble. Ahora puede decir que su registro ante Corinthians son seis victorias y cinco derrotas. Pero el mediocampista, quien, demostrando que las locuras quedaron atrás y se dio el tiempo de saludar y hablar sin problemas con integrantes del cuerpo técnico del campeón de Brasil, sabe que la celebración recién estará completa después de la vuelta. Y qué mejor escenario para lucirse que ante un público que seguramente no lo dejará en paz.
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«Hay que ir a matar a Brasil, acá ya salimos a matar. Va a ser la segunda guerra para nosotros y vamos a morir a Brasil. Es un partido especial para mí y es importante que los muchachos sepan lo que significa la vuelta«, dijo Valdivia sin esconder la insatisfacción por un resultado que pudo ser mayor.
Por último, el Mago validó su acccionar más calmo y en conferencia dijo que «provocador cuando era más joven. Jugué muchos clásicos y es parte del clásico, creo que maduré. En estos partidos hay que mostrar jerarquía. Es la experiencia y no sólo mía, sino que este equipo tiene«.