Un partido totalmente aparte fue el que vivió Jorge Valdivia ante Corinthians en Sao Paulo. Es que el ídolo del Palmeiras volvió a enfrentar a su archirrival de antaño en tierras brasileñas y simplemente terminó por demostrar la madurez que alcanzó a los 34 años dándose un festín cada vez que tenía la pelota en sus pies.
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Pese al clima hostil que vivió en el estadio del Timao, ya que recibió abucheos, insultos, y canciones en contra, el Mago no se descontroló en ningún momento, como podría haber sido hace algunos años, y fue el motor que movió la fiesta de Colo Colo.
Durante el partido, por ejemplo, se escuchó un claro «Valdivia hijo de pu…», pero al volante simplemente no le importó tener al Arena Corinthians en su contra. Es más con el correr de los minutos se fue afirmando en la cancha y sus botines naranjos comenzaron a hacer magia. Una buena sociedad con Óscar Opazo y Damián Pérez, más pases en profundidad a Esteban Paredes y Lucas Barrios, comenzaron a desesperar al rival.
Es más, una falta de Valdivia dejó a Pedro Henrique fuera de batalla y el Mago ya despachaba a su primer enemigo. En el complemento se cambió de calzado por unos verdes, coincidencia o no, los colores del Palmeiras.
El Mago manejaba la pelota y los jugadores del Timao solo lo podían detener con faltas. Fue sustituido a los 90 minutos por Felipe Campos y cuando vio que el cuarto árbitro iba a adicionar siete minutos, se enojó.
Los descuentos, los vivió impaciente en el banco de suplentes, pero terminó eufórico festejando la clasificación a los cuartos de final.
Valdivia ganó la guerra en el Arena Corinthians con tres armas: talento, madurez y «huevos».