Héctor Tapia sufre y mucho. Si en 2014 entró en la historia al ser el entrenador del título 30 de Colo Colo, ahora es la cabeza de la segunda peor racha en la historia del elenco albo, que ante Palmeiras sumó seis derrotas en línea.
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Desde el comienzo fue un suplicio el partido para Tito en Sao Paulo, porque entró con cara desencajada, como sabiendo que su equipo no saldría «vivo» en los cuartos de final de la Copa Libertadores, ante el elenco de mejor rendimiento en el certamen.
El DT no tuvo reacción ante las estocadas del Verdao. Estuvo gran parte del partido en cuclillas, se paraba muy poco y siempre estuvo solo al borde de la línea demarcada, sin entregar muchas indicaciones. Incluso no tuvo mucha conexión con su ayudante Gualberto Jara, porque el paraguayo intentó dialogar con él, sin encontrar respuestas.
Vivió el partido solo, sin reacción, lo único que quería era no salir goleado del Allianz Parque, situación que finalmente no ocurrió, porque fue solamente un 2-0 para el local. Tapia cambió el esquema en dos ocasiones durante el juego, con la misión de perder por poco, nunca se la jugó con todo pensando en una gesta, es decir, ganar y dar vuelta el marcador global.
Lo peor vino con el tanto de Dudu, ahí se vino abajo, porque tras el 1-0 dejó de dar instrucciones y se transformó en una especie de «estatua», que solo miraba lo que sucedía.
El último cambio fue recién a los 85′, muy tarde, y lo demoró por decisión propia, porque Jara se acercó muchas veces para darle consejos, los que al parecer no escuchó.
Tras el pitazo final de Wilmar Roldán se acercó a Luiz Felipe Scolari, le estrechó la mano y se fue mirando el suelo a camarines.
Tapia sufrió y mucho en la triste jornada de Sao Paulo.