Universidad Católica se caracteriza por promover constantemente buenos valores desde la cantera y este año no fue la excepción. Dentro del amplio número de futbolistas surgidos desde las divisiones inferiores cruzadas que encaminaron la estrella 13, el más destacado fue el volante Ignacio Saavedra.
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El Nacho irrumpió en el segundo semestre, jugando al lado de Luciano Aued, su padre futbolístico, y conformando una dupla que fue clave para el equilibrio de la UC. Con apenas un puñado de partidos en el equipo estelar, el mediocampista de sólo 19 años jugó como un experimentado: no le quemó el balón en ningún momento y siempre tomó decisiones criteriosas.
Fue amor a primera vista el del joven jugador con la hinchada de la Franja, ya que recién llevaba tres encuentros como profesional cuando trabó con la cabeza una pelota ante Curicó Unido en San Carlos de Apoquindo. A la buena técnica, le sumó garra, características bastante valoradas entre los fanáticos del club de la precordillera.
Sus buenas actuaciones lo transformaron en referente de la selección chilena sub 20 que se ha estado preparando para el Sudamericano de la categoría, que se disputará entre enero y febrero en nuestro país. Sin embargo, en el duelo decisivo del Campeonato Nacional contra Deportes Temuco otra vez arriesgó su físico y se llevó la peor parte, luego de una dura entrada de Mathías Riquero.
Por el bien del fútbol chileno, esperemos que se recupere lo más pronto posible, para que continúe esta meteórica carrera que lo llevó a ser distinguido como el Jugador Revelación Gatorade Sub 20 en La Gala El Gráfico-ANFP 2018.