Estoy lejos de ser chauvinista, menos si de entrenadores se trata. Cada vez que los técnicos nacionales salen pidiendo más oportunidades en los medios, me pregunto si saben que los mayores logros en la historia de nuestro fútbol, tanto a nivel de equipos como de selección, salvo el tercer lugar en el Mundial del 62, llegaron de la mano de extranjeros.
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Sin embargo, de vez en cuando surgen por estos lares algunos que rompen el molde. Y que nos dejan bien parados afuera, como Mario Salas, quien luego de dominar la temporada en Perú con su Sporting Cristal se sentó al frente de los micrófonos y explicó los motivos de su partida, el principal de ellos, el sueño de dirigir al club de sus amores, Colo Colo.
Honesto, les contó a los periodistas peruanos y, por ende, a los hinchas de su ahora ex equipo, por qué decidió dejarlos después del éxito y con una Copa Libertadores por delante, para volver a Chile a un cuadro en crisis al que apenas le alcanzó para clasificar a la Sudamericana. Dio la cara en el momento de su adiós.
Por el contrario, en los últimos dos fines de año, presenciamos dos de las salidas más vergonzosas de DTs foráneos de nuestro país. Tipos que durante sus pasos por estas tierras se mostraron amables y respetuosos, pero que se marcharon con unas cartas lamentables que dejaron llenos de preguntas a los fanáticos y, en consecuencia, a la prensa.
No hace falta recordar los detalles de ese vago escrito de Juan Antonio Pizzi echándole la culpa a la Confederaciones del 2017 para no haber clasificado a Rusia 2018, cuando lo cierto es que se vio sobrepasado por el plantel y no supo manejarlo. Todavía seguimos esperando una explicación de Macanudo, pero claro, para qué se iba a molestar, si estaba ocupado afinando su llegada a Arabia Saudita.
Por esos lados también fue a parar Beñat San José tras su carta tipo de despedida de Universidad Católica, modo copy-paste, para buscar un proyecto más “ambicioso”. Tan preocupado siempre de agradecerle a la “afición” por el apoyo en cada partido, quizá debió acordarse de ella y explicarle por qué el Al-Nasr de Emiratos Árabes Unidos le seduce más que una incursión con la Franja en el máximo torneo continental.
Las cartas, al Viejito Pascuero. Feliz Navidad.