Marco Trungelliti es un tenista argentino que no ha podido llegar al Top 100 y que lucha constantemente por levantar su carrera en torneos challengers, sin embargo el jugador que hoy es 117 del planeta hoy es noticia por contar su testimonio sobre el arreglo de partidos en el circuito de la ATP.
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El trasandino denunció a la mafia organizada que realiza estas prácticas y desde entonces vive un calvario, y contó cómo ha cambiado su vida desde que decidió hacerlo en conversación con el diario La Nación.
«Cuando me ofrecieron vender partidos pensé: ‘No hay manera, esto no es lo mío, no estoy acostumbrado a estas cosas, viviría con una culpa inhumana’. Pasó eso, yo me iba a los días a Suiza y allá hice el reporte a la Tennis Integrity Unit. Ahí empezó todo, me pidieron información sobre qué había hecho en la reunión, con quién, capturas de pantalla, todo. La ATP nos hace ver un video sobre cómo tenemos que actuar exactamente si te pasa algo así, está todo explicado y nosotros firmamos el programa de anticorrupción. El que dice que no sabe cómo funcionan las cosas es una mentira más grande que la China«, contó en primer término.
Luego aseguró que «entre 2016 y 2017 la persona que me quiso meter en ese negocio no me volvió a contactar, porque además lo bloqueé en WhatsApp, cerré Twitter y Facebook. Y yo estuve más afuera que en la Argentina porque quería jugar más en cancha rápida, me gustaba y quería pasar más tiempo en Europa por cuestiones de logística«.
Ya cuando la cosa se puso más complicada para él, porque algunos jugadores lo apuntaron como si fuera un «sapo», Trungelitti expresó que «nunca arreglé un partido de tenis. La TIU tiene toda la información. Es el WikiLeaks del tenis. Saben absolutamente todo. No miento«.
«LA TIU quiso que yo prestara testimonio en los juicios de (Federico) Coria, (Nicolás) Kicker y (Patricio) Heras (tenistas suspendidos por apuestas ilegales). Yo no sabía que ese juicio existía. Sabía que nadie lo iba a tomar bien, pero no me dieron opción de retirarme. Tuve que decir lo que me había ocurrido en 2015 frente a los tres argentinos. Fue horrible. No era yo el único testigo«, cuenta.
Además, reveló que «en una cena del equipo de Copa Davis, en las semifinales en Glasgow, conté lo que me había pasado. Y ahí la cagué. Yo pensé inocentemente que todo lo que se hablaba en la Davis quedaba ahí, como se han hablado un montón de cosas, y sin embargo lo han esparcido por todos lados. Fue una estupidez. De ahí salió el rumor y en el circuito varios me vinieron a encarar«.
Finalmente, confesó que «mi cabeza es una fogata. Estoy quemado. Desde que llegué a la Argentina que prácticamente no duermo. Siento que si miro mal un poco a uno me quiere cagar a piñas. No soy ni topo ni buchón (sapo). No aguanto más«.