El mal momento deportivo e institucional que vive Universidad de Chile mantiene en constante tensión a todo lo que rodea al equipo laico. Los malos resultados futbolísticos durante el Campeonato Nacional y la crisis administrativa de Azul Azul tras la renuncia del presidente Carlos Heller, ha hecho que la relación entre la hinchada y la concesionaria que administra a la U sea cada vez peor.
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Si primero fueron las amenazas de muerte en contra de Heller, en el duelo jugado en el estadio Ester Roa Rebolledo ante Universidad de Concepción, el pasado domingo la barra universitaria encendió varias bengalas y fuegos de artificio que obligaron al árbitro Eduardo Gamboa a suspender momentáneamente el compromiso. Debido a este hecho, la U arriesga amonestación al club, prohibición de ingreso de público al estadio de uno a cinco fechas, suspensión del estadio, y realización de uno a cinco juegos a puertas cerradas.
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Dentro de las razones fundamentales que explicó la hinchada laica para explicar sus manifestaciones -las cuales comenzaron con una caminata en contra de la sociedad anónima antes del partido con los caleranos- radican en «una constante incomodidad, lucha y represión» por parte de Azul Azul, al no sentirse «escuchados y depreciar su cultura» por parte de la dirigencia.
«Esta protesta no es contra los jugadores ni contra los resultados. Es contra un modelo nefasto. Queremos que la U sea la organización social más importante de Chile, ofreciendo un espacio de contención y trabajo comunitario en todos los barrios del país donde se ama esta camiseta. Queremos que jugadoras y jugadores formados en la U tengan ese sello de formar parte de una comunidad hoy inexistente», escribió la Asamblea de Hinchas Azules en un comunicado.
La voz desde el CDA
Ante ese escenario, y en respuesta a lo sucedido el pasado fin de semana en el Estadio Nacional, desde la concesionaria hicieron un llamado a «abordar el tema de manera decisiva a partir de una mesa de trabajo multisectorial en la que tomen parte la Intendencia de Santiago, el Plan Estadio Seguro, Carabineros de Chile y la ANFP. La solución a esta problemática social debe abordarse de manera integral, ya que excede las competencias operativas de seguridad que pueda tener un club de fútbol».
Desde el plantel laico, el capitán de los universitarios Johnny Herrera, contó que «en Antofagasta hablamos con ellos, estuvimos juntos y este tipo de manifestaciones solo nos perjudican. Es muy probable que nos dejen con más partidos sin público y ellos son muy importantes para nosotros«.
La U vive un interminable vendaval y en lo próximo deberá pelear para reducir lo más posible la sanción por parte de las autoridades nacional, considerando que incluso, podría jugar el Superclásico frente a Colo Colo sin público en el Nacional.